-una morenita pequeñita de ojos de miel, que está como un queso con pan de untar, me ha hecho perder la razón...
-¡ah, sé a lo que se refiere! ¡El amor!
- ¿amor? me dió un paraguazo en todo el colodrillo por susurrarle procacidades, con tan mala suerte que desde entonces mi razón trastabilla.
-Ah, ahora entiendo que esté usted hablando conmigo, que no soy más que vulgar buzón de correos.
-Mismamente por eso... Por cierto, ¿me permite usted susurrarle procacidades, o bien metérselas en un sobre sin ventanilla?
-¡largo de aquí! ¡si tuviera un paraguas!
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