domingo, marzo 30, 2008

La Pata de Palo - José de Espronceda - audiocuento

-(…) En otra ocasión, creyendo que daba una linda broma, [el capitán Goffe] disparó por debajo de la mesa su pistola, mientras estábamos en consejo, y le rompió una pierna al pobre diablo de Jack Jenkins.
-Poco ha perdido Jenkins – advirtió el carpintero – pues yo le amputé la pierna con mi sierra como podía haberlo hecho un buen cirujano; se la cautericé con mi hacha candente, y le hice después una pierna de madera tan buena, si no mejor, que la que le había abandonado, y que le hace el mismo servicio.
WALTER SCOTT, El Pirata (1821).




Celebramos el 200º aniversario del nacimiento de José de Espronceda (¿24-25? de marzo de 1808) con la lectura de La Pata de Palo, incursión del famoso poeta extremeño en el cuento humorístico. Publicamos el chusco texto en un comentario. Saludos.








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-¿Cómo? ¿España tuvo más poetas además de Lorca para celebrar aniversarios? ¡Para mí que este Imbelecio nos miente! Que lo celebre él si quiere, que es un raro; yo mientras no salga en los medios el aniversario no recordaré a ningún poeta y/o escritor... (...) buff... no hay nada que recordar a la vista, ¿cuánto faltará para el aniversario de Lorca?

sábado, marzo 29, 2008

Qué Grande Es El Cine - 2 descargas de audio

"¡Homérico!"
Michaleen Oge Flynn (Barry Fitzgerald) en EL HOMBRE TRANQUILO






Hemos subido dos archivos mp3 con el audio de dos debates de nuestro espacio cinematográfico favorito. Se trata del desaparecido Qué Grande Es El Cine, que produjo y dirigió el realizador José Luis Garci para la 2 de Televisión Española entre 1995 y 2005. Originalmente se emitió para celebrar el centenario de la primera proyección del cinematógrafo de los Lumière (1895). Al siguiente año, 1996, se celebraron los 100 años de cine español. Desde el 97 y hasta el final se pusieron películas de todos los tiempos y de muchos países (aunque principalmente de la fábrica de sueños hollywoodiense, cosa lógica puesto que allí guste o no se ha hecho la mayoría de los mejores filmes).

-uno de los programas pertenece al pase de El Hombre Tranquilo, de John Ford (1952), considerada por muchos la mejor película de la historia del cine. (en ésta el audio es de bastante mala calidad, pero lo escogimos igualmente por ser una película muy querida por nosotros)





-el otro audio corresponde al pase de Taxi Driver, de Martin Scorsese (1976).



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notas: -como siempre, sabéis que si os interesa podéis bajaros los audios además de escucharlos.
-Un usuario de youtube que ha subido vídeos del debate de varios programas del desaparecido espacio.
-José Luis Garci estrenará próximamente El Dos de Mayo, película en la que vuelve a adaptar a Galdós (su genial tercer Episodio Nacional).
-reseña en Gilichorradas a Solos en la Madrugada (27/02/2006) de José Luis Garci

viernes, marzo 28, 2008

no los mires. no los escuches.

Negros cuervos (¡no los mires!), terroríficos murciélagos, gigantescas lechuzas cruzan los cielos, ennegreciéndolos con su fúnebre aleteo. Tapan el sol. No hay luz por donde pasan, pues con ellos traen la más negra noche. (¡no los mires o su negrura vendrá a ti!)

Sus graznidos (¡no los escuches!), sus turbadores graznidos, son impronunciables palabras que evocan el llanto, la desesperanza, la muerte. (¡no los escuches o ya no habrá remedio!)

(¡Busca refugio! Aún estás a tiempo.)

Algunos se descuelgan del grupo y pasan cerca de ti, rozándote con sus repugnantes alas, susurrándote esos feos graznidos en tu cabeza. Te estremeces de terror cuando te tocan. Crees volverte loco cuando te hablan.

(¡Haz algo pronto o ya será tarde!)

¿Es tu conciencia? ¿Son tus genes? ¿son seres a los que les importas?. No sabes quién lo dice, pero intentas seguir su consejo. Miras al cielo. Los monstruos no lo han cubierto por completo. Hay un pequeño claro que aún no han invadido. La luz del sol - la cálida, acogedora, vivificante y clara luz del sol - todavía entra por un luminoso resquicio.

Corres a ponerte bajo sus rayos. Notas el alentador efecto. Dentro del mágico haz, iluminado por los que bien te quieren, apenas se ve ni se oye la espantosa oscuridad que sabes que la rodea.
*** *

(¿Qué haces? ¡No, no los mires, no los escuches...!)

Oh, pero, ¿por qué eres así? ¿por qué no puedes ser como los demás y vivir dentro de esa feliz luz que amortigua el miedo? ¿Por qué cuando crees que de nuevo todo marcha bien, una repulsiva ala negra roza tu cabeza, un funesto graznido resuena en tus oídos, y una execrable bestia rompe el hechizo de luz, y tras ella decenas, cientos, vienen a por ti, y acompañadas de tinieblas y de sus hórridos gritos de demonio, te arañan, te picotean, te hieren, te arrastran, te llevan?

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nota: eran mariposas y pajarinos (15/03/2007).
-imagen: ilustracion de Gustavo Doré para El Cuervo , de Edgar Allan Poe.

jueves, marzo 20, 2008

los verdaderos santos (Cuento de Pascua)





Fue a mediados de los cincuenta del siglo pasado cuando un importante científico europeo, católico y premio Nobel para más señas, tuvo una audiencia con el Papa.

La reunión se fue volviendo cada vez más informal y ambos llegaron a distenderse bastante, hablando de muchos temas. Entre otros, hablaron de Santo Domingo, el niño que la Iglesia había canonizado días atrás.

-¿Cuál es su santo favorito?- dicen que preguntó el líder religioso al científico católico, que se acababa de confesar lector de hagiografías.

-Mi santo favorito… no es un santo.

-¿Cómo es eso? – inquirió, curioso, el Papa, a quien estaba divirtiendo mucho aquella inteligente conversación, y esperaba una no menos inteligente salida por parte de su contertulio.

-No es santo… ni lo será nunca. El ser que más admiro, después de Dios, fue hombre. Un hombre que ha salvado hasta la fecha decenas de miles de vidas; número que no es nada comparado con los muchos millones que salvará en el futuro…. No exagero si le confieso que cada día dedico algunos minutos de mi tiempo a honrarle con mi pensamiento y mi memoria. Incluso he escrito una biografía suya en los pocos ratos libres que mi trabajo me deja que, acaso porque está tan distorsionada por estar construida en términos demasiado laudatorios, jamás me atrevería a publicar.

-¿Y quién es, si puede saberse, su santo que nunca será santo y que tan milagrosamente salva vidas? – preguntó finalmente Pío XII, sumamente intrigado por las palabras del científico, buscando sin fruto en su mente la solución al acertijo, broma, ocurrencia, o lo que quiera que fuesen las palabras del otro.

-Salva vidas, sí. Y las salvará ya siempre, aunque falleció hace un par de años. Sabed que no hay asomo de broma en lo que con algo de rubor acabo de pronunciar, y que os hablo del doctor escocés descubridor de la penicilina, el gran Alejandro Fleming.

Dicen que Pío XII –que había probado no hacía mucho el efecto de la penicilina en su misma persona, porque los médicos le habían tratado con el famoso antibiótico una infección de oído que no terminaba de curársele- respondió, algo secamente:

-Hijo, debí haber imaginado que se refería usted a un hombre de ciencia cuando escuché tanta vanidad en sus palabras. Sí, no ponga esa cara: vanidad. No niego que su "santo" haya salvado vidas. Pero, si lo ha hecho, ha sido como mero instrumento de Dios y sin la intervención directa de éste, como sí sucede en los verdaderos milagros. Si aplicase esa poco afortunada forma suya de razonar a otros ejemplos, llegaría a absurdos: ¿por qué no admira del mismo modo al inventor de la chaqueta o al del sombrero que, con su aportación, tantos resfriados han evitado? ¡canonicemos al inventor del gorro de dormir!– bromeó groseramente, y añadió, como apesadumbrado – No podemos buscar la humildad ni la verdad cuando la vanidad nos ciega.

El premio Nobel, aunque en un principio quiso replicar, cambió discretamente el rumbo de la conversación y la llevó por tópicos derroteros.




Cuando llegó al hotel, en el momento en que se desanudaba la corbata, se mostró a su esposa claramente abatido. Como ésta le preguntara que qué le ocurría, dijo por toda respuesta:

-¡Dice que salvar miles de vidas es vanidad!

Y es que el científico católico tenía esa noche, como en incontables ocasiones a lo largo de su vida, el corazón partío.
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notas: imagen1, Alejandro Fleming (1881-1955), médico escocés; imagen2, caricatura de "San Alberto Einstein" (1879-1955), físico germano-estadounidense.

Los Verdaderos Santos es la entrada número 400 de Gilichorradas.

domingo, marzo 16, 2008

Los inventos de Gilichorradas: la horquina




Gilichorradas presenta:


¡¡la horquina!!
La solución ideal para combatir a maltratadores y asesinos machistas...



¡¡bi-bi-bizá!!

domingo, marzo 09, 2008

Gomaespuma - Aletas tras las elecciones.

el Júanluis y el Guillelmo, genios del humor improvisado, hicieron el 28/05/07, después de las pasadas regionales, este simpático sketch en el que ponen de manifiesto un hecho difícil de explicar: tras unas elecciones, no importa el batacazo que se peguen los que obtienen peores resultados, todos los partidos han ganado.



tomado de http://gomaespuma.com

sábado, marzo 08, 2008

el dedal de Peter

Wendy le dijo que le daría un beso si él quería, pero Peter no
sabía a qué se refería y alargó la mano expectante.
-¿Pero no sabes lo que es un beso? -preguntó ella, horrorizada.
-Lo sabré cuando me lo des -replicó él muy estirado
y para no herir sus sentimientos ella le dio un dedal.
JAMES MATTHEW BARRIE: El Niño Que No Quiere Crecer (1904)



No nos gusta demasiado colgar sin más vídeos de youtube... pero Gilichorradas en parte se mantiene vivo merced el proustiano anhelo de buscar una etapa de la vida que ya no volverá; esta canción ayudará mucho en esa búsqueda a todos los de mi generación.

Además encontraréis en el vídeo una ninfa acaso tan bella como las que imaginó Waterhouse.


en el que el osado Imbelecio, completamente desarmado, desafía a un poderoso virus.

jueves, marzo 06, 2008

Fantasía con bonito y tomate de un friqui cuarentón, a unos días de las elecciones

1-¡Mira! ¡Por allí va…!
2-¡Ana! ¡Anaaaaaa! ¡Parece un hada con su falda-tutú negra!
1- ¡Hostia, nos ha visto, abordémosla!

1.-Tú cállate, ¿eh?, déjame hablar a mí.
2.- ¿Por qué? ¡El proyecto es de los dos!.
1.- Porque siempre terminas fastidiándolo todo… Mira, ya viene. Estoooo, Ana, oye, ¿tienes un momento?
3. ...Hola, chicos… Tenemos prisa, ¿vale?...
1- ¡Ana, Ana!. Somos fans tuyos éste y yo. Espera un momento. No, no queremos autógrafos… Necesitamos tu ayuda.
2- Es imprescindible…
3. ¿?
1. sí, es un asunto gravísimo.
2. lo más.
3. jeje, ¿sabéis?, me parecéis dos chicos bastante peculiares… mu mayores para ser seguidores nuestros, ¿no?... Tenemos prisa. Tocamos en veinte minutos.
1.No…, sí…, ya, ya… el tiempo no importa.
3.- no te importará a ti. Venga, ¡hasta luego!
1.¡Ana! ¡Ana! ¡Que se nos escapa, joder...!
2.- ¡Ana, que es muy importante!

*** ***
(a la salida del concierto)

1.- Ana, oye, escúchanos.
3- ¿estáis aquí otra vez? Empezáis a darme miedo…
2 – Ana, joer, que no somos el Chapman…
1.- (¡¡calla, joder, a ver si la vas a asustar!!)
3.- a ver, ¿qué queréis?
1-Por favor, escucha, mira…, aunque sé que es difícil de creer:Todo empezó hace una semana..., bueno, nueve días, con lo del CERN, y la perturbación esa que accidentalmente provocaron.
2.- …lo de la oscilación de leptones….
1.- Sí, hace nueve días… y empezaron a desaparecer las cosas.
3.- jeje, No entiendo nada de lo que me decís, ¿habéis perdido las llaves?
1.- no, no, no, desaparecen las cosas, los objetos, las personas, la materia… ¡¡todo!!
2.- Suiza, Bélgica, parte de Francia y Alemania… ya han desaparecido… pero no es inexorable.
3.- ahora sí que veo que estáis completamente locos. Actuamos en París hace cuatro días… y estaba en su sitio.
1.- No… no, no, no hablamos de nueve días de ahora… hablamos de nueve días…. ¡De marzo de 2008! (Venimos del futuro, Ana, de veinte años del futuro)
3- jeje, estáis locos, pero sois divertidos.
1.- ¿No nos crees? Fue este el que robó la máquina. La usamos porque nuestros cálculos concluyen que tú puedes salvarlo todo.
3.- a ver, por curiosidad, ¿y quién será el Presidente en 2008?
2- Manuel Campo Vidal.
3.- jeje, ¿el señor del telediario?, jeje, estáis locos.
1.- (¡¡Te dije que te callases, imbécil!! ) No, ése no será… es otro, un señor… no me acuerdo cómo se llama. La verdad es que no seguimos la actualidad política demasiado…
3.- Bueno, ya he oído suficientes tonterías… estoy cansada. Los demás me esperan en el autobús. Adiós, chicos.
1.- no, espera , Ana. ¡EL FUTURO DEPENDE DE TI!
3.- jeje, véis muchas películas vosotros…
1.- Ana, ana, no te vayas… Mira: según nuestros cálculos, basados en centenares de imprecisos conceptos de ciencia-ficción, la única forma de evitar el colapso total es provocar una conmoción tan intensa en la distribución del universo subjetivo que haga remitir la implosión.
3.- qué de palabras…, ¿qué significan?
1.- Ana, la única forma de salvar la Tierra es que mi amigo pierda la virginidad contigo. Que hagas el amor con él.
2.- según las tablas de Foeld-Boümann, una felación también valdría…
3.- ¡¡¿sabéis qué, carrozones gilipollas? ¡¡Iros a la mierda!! (se va)
1.- ¡¡te dije que te callases la puta boca!!
2.- …joer… mierda, ¿ te has dado cuenta? Somos tan rematadamente friquis, que ni en las fantasías ligamos, ¡Mecano en la puta!
1.- ...pues ya te digo que a mí con la de Álex y Cristina me funcionó...
*** ***
Epílogo

6 de marzo de 2008.

1- ¡Ana, Ana! ¿Te acuerdas de nosotros?
3- ¿?
1- hace veinte años… a principios de 1988, que te dimos la chapa a la salida del concierto de las Ventas…
3- Ah, los locos pervertidos aquellos… Pero no podéis ser vosotros: estáis igual de viejos que entonces…
1.- lo somos, Ana, ¡y venimos para advertirte de que algo terrible va a suceder ya mismo!
3- … A ver, si sois vosotros, ¿quién era el Presidente en 1988?
2- ¿Manuel Campo Vidal?.

domingo, marzo 02, 2008

La Muerte y Los Cuatro Hermanos (Cuento)







Tres jóvenes hermanos harto envidiosos, en cuyos corazones anidaba la malicia, hablaban así en el funeral de un cuarto, famoso por su virtud y bondad, muerto súbitamente en la flor de la vida debido a cruda y brusca enfermedad:

-Hermanos míos: aunque la muerte hace que todos se aflijan y digan palabras bonitas en las exequias de uno y hasta un tonto pueda pasar por virtuoso (como nuestro hermano mayor), es cosa fea y espantable. Desde hoy mismo comenzaré a pergeñar las trazas para, con todas mis fuerzas y mi habilidad, librarme de tan funesta dama. Y tened por seguro que lo haré.

-Hete ahí que has tenido una gran idea, joven Glavro, y que por algo dicen que desde pequeño siempre despuntaste en la audaz inteligencia, así como también decían que Probo, hoy fallecido, destacaba por su bondad; aunque yo creo que de Probo lo decían simplemente porque era un necio que no gustaba de divertirse. ¡Seguiré tu ejemplo y por mis propios medios trataré de librarme de la Negra Enlutada!.

-Teuco y Glavro, aunque de menor edad que yo habléis hablado como carne de mi propia carne, pues soy de ese mismo parecer; y desde hoy yo, Caudal, juro con vosotros librarme de la fea muerte y no dejarme cortar por su afilada guadaña, no como nuestro hermano Probo, tan imbécil que nunca supo apreciar la importancia del oro.

Así dijeron los indecentes hermanos el día del entierro de Probo. Y allí mismo apartadamente de los demás allegados, bajo un antiguo busto de un emperador romano que los miraba con sus ojos sin pupilas, juraron burlar a la fiera y horripilante mujer cuyo mortal abrazo, bondadoso lector amigo, conoceremos algún día.

*****


Cuarenta años después, Glavro, Teuco y Caudal eran tres ancianos; y aunque suele decirse que la vejez dulcifica y hasta las más ruines almas al alcanzarla pierden algo de su maldad (acaso porque la ancianidad lima los vicios, tan vivos cuando el cuerpo es lozano), lo cierto es que ninguno de los tres había visto menguada la raíz de venenosa hiedra que desde siempre medraba en sus corazones.

Caudal, merced a su maestría en los negocios y a sus pocos escrúpulos en el trato a sus semejantes, se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo. “Tiene una montaña de dinero”, decía de él la gente. Y no lo decían metafóricamente: tenía tanto oro que vivía en una torre hecha en gran parte de este metal.

Un día notó que las fuerzas le fallaban y el aliento con dificultad salía de sus pulmones. Cayó enfermo y, asistido por los mejores médicos del mundo amén de por criados sin número, yacía en su suntuoso lecho.

Durante su enfermedad, y cuando sus fuerzas se lo permitían, se asomaba a la ventana de la torre para ver si veía venir a la Muerte.

A las dos semanas de estar enfermo vióla, efectivamente, venir a lo lejos caminando lenta, muy lentamente. Fue por la noche, momento en que dicen que en su guadaña puede verse reflejar la luz de la luna, y su pálida y ominosa faz contrasta con su oscuro, negrísimo manto. Dijo entonces para su capote:

-Ya vienes a lo lejos con tu pausado pero constante paso… Mas, ¡Santo Cielo, qué espantosa eres! No, no debo mirarte, pues tu misma figura me horripila y paraliza. Cerraré la ventana y pondré en marcha mi plan.

Cada vez más desfallecido, en la cama de nuevo, entre mareos y vahídos pidió a sus criados que arrastrasen a su lado un baúl ricamente labrado que escondía bajo su cama. Tal hicieron. Sufrió un último desmayo y, cuando se recuperó, ya escuchaba los pasos de la Muerte subir peldaño a peldaño las escaleras de la torre. Al fin, la pavorosa figura, de no menos de cuatro varas de alto, entró agachándose en la habitación, y continuó acercándose lentamente al lecho (¡qué espantosa era su gigantesca negrura!).

Caudal pidió a un criado suyo que abriese la tapa del baúl cuyo interior comenzó a reflejar las luces de las teas que iluminaban la habitación, multiplicándolas; y, con delirante voz, dijo estas razones:

-Oh, Negra Dama, omnipotente señora que ejerces tu poder sobre la vida de todos los mortales, yo te ruego: ¡Escúchame!

La Muerte se paró al lado de la cama, como accediendo a la petición del moribundo; prosiguió éste:

-En ese baúl, Oh poderosa señora, he reunido en las más valiosas piedras preciosas toda la riqueza de que he sido capaz a lo largo de cuarenta años. Y, dado que soy el hombre más rico del mundo si no contamos al príncipe otomano, ahí tienes, por tanto, una gran parte de las riquezas de la tierra. Las he reunido para ti. ¡Para ti! Llévatelas. Son tuyas. Y lo único que te pido a cambio es que me dejes vivir veinte o treinta años más.

La Muerte, que dicen que es sorda, escuchó, sin embargo, la petición del agonizante; o, al menos, estuvo parada ante su lecho, expectante, mientras aquél hablaba. Miró curiosa las riquezas.

Al cabo, su descarnada mano sacó un reloj de arena de entre la negra túnica (más negra que la más negra noche). En el reloj venía escrito un nombre, “Caudal”, y justo entonces caían los últimos granos de arena dentro de él.

Levantó la guadaña y segó la vida del rico.
*****
Teuco envejeció siendo el más desvergonzado libertino de quien tuvo recuerdo el mundo. De sus bacanales guarda memoria esa parte de la Historia que no se dedica en exclusiva al estudio de reyes, estados y guerras.

Como el placer en los espíritus malvados va en muchas ocasiones acompañado de la violencia, sus orgías terminaban a veces envueltas en sangre, sufrimiento, y muerte. ¡Cuántos padres desconsolados lloraron la desaparición de sus niñas, apenas mujeres, sin saber el terrible fin que tuvieron en manos de Teuco y sus abominables amigos!

Fue una de esas desdichadas muchachas quien, en un instante de desesperación, logró arrebatar a su verdugo uno de los puñales con los que estaba siendo torturada, y clavárselo en un costado al viejo.

Teuco, malherido, dió un traspié y, al levantarse, vio ante sí la imponente figura de la alta Enlutada.

Presa de un gran pánico, empezó a gritar a la nada:

-¿Cómo? ¿Qué haces aquí? ¡Hice un trato contigo hace años cuando tuve aquella enfermedad: yo te proporciono almas jóvenes que satisfagan tu apetito de vida y tú te olvidas de mí y no vienes a buscarme!¡Lárgate y déjame seguir con mi labor!

La Muerte, por toda respuesta, bajó violentamente la guadaña sobre el cuello del libertino.
*****

Glavro poseía el número y la palabra. Digo con esto que dedicó toda su vida al estudio de las humanas ciencias, que, en aquella época, incluían también el anhelo (metafísico, poético) de dominar la naturaleza mediante la magia.

Fue reputado en las principales universidades europeas gracias a su famoso sistema, de ecos claramente platónicos, al que añadía una componente hermética. Detrás de cada objeto, idea, espíritu, animal, etc., había palabras. Esas palabras, acaso incomprensibles para el hombre, sólo eran conocidas por el Hacedor, Quien, al nombrarlas, provocaba un perpetuo movimiento: desde cambios en la esencia de los seres hasta mudanzas en el pensamiento y la voluntad del hombre…, pasando por el nacimiento y la corrupción de los seres. “El paso del tiempo es el constante fluir del discurso de Dios”, era el principal axioma de su doctrina.

Aunque pueda pensarse que en la época tales teorías hubieran sido consideradas blasfemas con gran facilidad, no fue así en el caso de las de Glavro: su reputación, su extrema inteligencia, la protección y estima que le brindaban los reyes, hacían que los defensores de la ortodoxia no pudieran acercarle la tea.

Glavro era el más joven de los cuatro hermanos y el único que quedaba con vida. Sin embargo, en el momento en que nos encontramos con él, tenía casi cien años… pero su cuerpo apenas aparentaba los cincuenta. Tenía una hermosa y lozana mujer, y disfrutaba de una posición holgada en lo económico.

A Glavro la vida le trataba con dulzura. Era ciertamente feliz. Sí, parecía poseer el secreto de la felicidad. Y tenía fama de virtuoso y humilde. No obstante, para alcanzar aquella posición había tenido que hacer esfuerzos que los demás hombres no podrían concebir… Y también había hecho cosas innombrables, terribles, que nadie en su sano juicio comprendería.

Un día en que plasmaba en el papel sus memorias, no pudo evitar recordar el juramento que había hecho con sus hermanos hacía mucho, mucho tiempo. Tampoco pudo evitar que una despreciativa sonrisa asomara a sus labios al recordar a sus hermanos. ¡Menudos imbéciles; sobre todo el tonto de Probo! Pero, ¿acaso la humanidad toda no era imbécil?. ¡Pobres tontos condenados desde la cuna!

Al mirarse, lleno de satisfacción, en el espejo del cuarto (“Busca espejos y hallarás al vanidoso”, dijo algún sabio… o debiera haberlo dicho), vio, detrás de sí, cerca de la puerta, una horrenda figura negra; tan alta que tenía que encorvarse para no tocar en el techo.

Glavro se levantó asustado y diose la vuelta, tirando el manuscrito y demás recado de escribir. Señaló a la negra figura y dijo, muy sorprendido:

-¡¡¡Tú!!!

Mas luego, recomponiéndose, empezó a pronunciar, imperioso, unas extrañísimas palabras que no pueden ser escritas pues no hay grafía para ellas.

La Muerte estaba, como decimos, encorvada; su capucha parecía no mirar a Glavro directamente, sino hacia el suelo… Hacia su mano, que sostenía un reloj de arena con un nombre en él escrito. En el reloj caían los últimos granos.

La Dama guardó el reloj en su seno, levantó la guadaña y la descargó, inexorable, sobre el sabio.

Glavro, antes de morir, tuvo un fugaz e insólito pensamiento.

Recordó a su hermano Probo. Recordó su estúpida bondad, su virtud sin doblez, su honradez sin provecho. “Lo más parecido a la inmortalidad… es eso. La bondad, incluso cuando, por serlo, es mortificada; pues algo de ella permanece en los demás y se transmite a otros, y de estos a otros más. ¡Ah, Muerte inclemente, me has convertido… en un imbécil!”

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nota: imagen1, grabado de Gustavo Doré que representa a la Muerte en un caballo blanco; imagen2, La Muerte y el Emperador, grabado de Hans Lutzelburger; imagen3, fotografía de un libro medieval; imagen4, El Caballero, La Muerte y y el Demonio, de Alberto Durero.

cantando la Canción del Pirata

If sailor tales to sailor tunes,
Storm and adventure, heat and cold,
If schooners, islands, and maroons,
And buccaneers, and buried gold,
And all the old romance, retold
Exactly in the ancient way,
Can please, as me they pleased of old,
The wiser youngsters of today:
--So be it, and fall on!
ROBERT LOUIS STEVENSON: TO THE HESITATING PURCHASER


Entre los muchos logros de don José de Espronceda (que es, junto con Bécquer y Larra, uno de los tres mosqueteros del romanticismo español, aunque Bécquer sea más bien D`Artagnan, pues fue posterior a los otros) está el de haber compuesto el poema español más famoso. Hablamos, claro, de La Canción del Pirata (1835), poema de gran belleza. Recuerdo que en mi colegio, cuando tenía 13 años, no había niño de mi edad que (sin estar obligado a aprenderlo) no supiera decir los primeros versos de tan atrayente poesía. Supongo que hoy día seguirá siendo igual.

Los ideales de libertad del autor, su concepción de una poesía sonora, rítmica, solemne..., sublime; la viveza de la visión romántica de la vida trasladada al verso, hacen de la obra de Espronceda una de las mejores. Obra que siempre será grata tanto para el vehemente joven que curioso se asoma a la literatura como para el desengañado viejo a la vuelta de todo; pues de los dos sentimientos, pasión y melancolía, suelen encontrarse bastantes muestras en los poemas de Espronceda.

Pero no voy a contaros con esto nada nuevo de La Canción del Pirata. Lo que os traigo son dos trabajos de gente que ha musicalizado el poema.

Uno, la canción Sólo Tú, Sólo Yo, es de un grupo ochentero gallego de rock duro llamado Lancelot; suena así:




El otro es obra del joven profesor de literatura Alejandro Roop Martín, quien, como podéis comprobar en el enlace, también con su guitarra ha puesto música a otros famosos poemas españoles.




Ambas versiones me han parecido simpáticas. Sé que hay al menos un tercer intento de musicar el poema (además es el más popular), de un grupo de heavy metal de La Rioja... pero, en nuestra opinión tan pobre que ni siquiera merece aparecer publicado en este blog (¡que ya es decir!). Saludos.


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P.D. - Si un día os entra el gusanillo de acercaros a algo realmente grande, a algo en verdad excelso, echad un vistazo a ese otro Don Juan (para mí mucho mejor que el de Zorrilla) llamado Félix de Montemar, El Estudiante de Salamanca, que, aunque bastante desconocida y poco leída, no tengo duda alguna de que es una de las perlas de la literatura universal.