lunes, abril 28, 2008

ojalá fuera anémono...

A María, de Madrid, que le gusta que la biología se mezcle con humor y salsa boloñesa.



-Si yo fuera un caracol
no te necesitaría,
que yo solo me bastaría
para sentir el amol…

-Lo que hay que aguantar, ¡qué cosas!:
¡si también han de acoplarse!,
no cabe autofecundarse
en moluscos y babosas.

-Pues quisiera ser lombriz:
tal especie no requiere
de una Claudia o una Tere
para rascar la nariz.

-¡Hay qué ver, qué hombre más gélido…!
también han de aparearse,
¿cómo si no procrearse
oligochaetae y anélidos?

-Si hubiera nacido anémona,
mi doctora en biología,
nunca más yo sufriría;
sería todo fenómenal.

-Eso lo pongo yo en duda,
mi literato espantoso,
¿no es bicho la mar de soso
una actiniaria desnuda?

¡Y basta ya de reñir,
ponte enhiesto y arremete,
que es sábado sabadete
y es tu deber hoy cumplir!.

sábado, abril 26, 2008

Adivina el escritor (juego)

Nuestra amiga Eva, quien de vez en cuando nos honra colaborando en esta página, nos propone este juego. Se trata de adivinar a estos 12 escritores por sus retratos. (la solución, como siempre, en el primer comentario de la próxima entrada).
******

1.
















2.
















3.















4.

















5.

















6.
















7.
















8.














9.

















10.















11.













12.















pista: hay 1 español, 2 yanquis, 4 franceses, 2 escoceses, 2 irlandeses y 1 ruso

martes, abril 22, 2008

La Chuleta

En Encélado, una de las lunas de Saturno, hay un secreto que dejaron… dejarán los hombres dentro de algunas decenas de miles de años.

Pero ya está allí. Para tener éxito, tuvieron que aplicar (con gran dificultad) “un par de trucos cuánticos”, como dijo (¿dirá?) el Magistrado de la Confederación.

El caso es que sin ese tesoro de ciencia que hallará la humanidad en pocos siglos, la diáspora fuera del Sistema Solar no será posible, y nuestra especie terminaría por desaparecer en menos de un millón de años.

El hombre ayudándose a sí mismo, señalando mediante una miguita de pan el camino que debe tomar para dar un inmenso salto tecnológico, haciendo trampa en el gran examen de la vida al enviar al pasado ese pequeño objeto.

imagen: Saturno visto desde Encédalo (recreación artística), tomada de wikipedia.org

sábado, abril 19, 2008

La Mosca Sabia - Leopoldo Alas "Clarín" - audiocuento

Celebramos - aunque unos días antes - el Día Internacional del Libro 2008 con dos entradas. Ésta es la segunda. Hemos leído nuestro cuento favorito: La Mosca Sabia, magistral relato de Leopoldo Alas y Ureña. Un filosófico cuento, quijotesco y pesimista, teñido con la mordaz ironía de la pluma clariniana, y que ejemplifica como ningún otro cómo el tímido vive el "amor" ( el platonismo, la autosugestión idolátrica, el amor anafrodítico no correspondido... ).





-Enlace al texto.


viernes, abril 18, 2008

Leer, ¿para qué? (Diálogo)

Gilichorradas celebra el Día del Libro 2008 con la publicación de dos entradas. La primera de ellas es este diálogo en el que exponemos algunas de nuestras ideas sobre la lectura de libros de ficción: que no tiene utilidad ... pero sin embargo la lectura tiene su aquel.
*****








-No entiendo por qué lees, qué provecho sacas de ello…
-Y yo no entiendo por qué no lees.
-¡Fácil!: porque aburre y no sirve para nada. Y menos en la época en la que estamos...
-¿Te aburre? A lo mejor no lo has intentado o no has dado con el libro o el autor adecuado. Para gustos, colores… (autores, quiero decir).
-No, no, no es eso. En el instituto tuve que leer 4 ó 5 libros (por cierto, aburridos de narices), así que sí que lo he intentado.
-Hombre, en el instituto a mí me pasaba como a ti: no es lo mismo si uno está obligado a leer algo; sólo por eso mismo tiene bastantes probabilidades de no gustarle. Además tus gustos no tienen por qué coincidir con los del profesor, que es el que escoge el libro.
-Bah, como quiera que sea, leer libros hoy día, cuando se puede acceder más rápido y mejor a todo tipo de datos, información e historias emocionantes contadas audiovisualmente, es (y perdona que te lo diga), un poco anacrónico. Una antigualla como el sombrero de copa. Y también, como el sombrero de copa, acabará desapareciendo.
-Pues me parece un poco triste que digas eso… y creo que te equivocas bastante.
-¿En qué? ¿En qué me equivoco? ¿Qué emociones encuentras tú, qué es lo que hay de provechoso en leer libros que no pueda uno encontrar –más y mejor- en Internet, cine, videojuegos, revistas divulgativas, etcétera?
-Bueno, no contrapongo la lectura a esas otras formas de ocio, que también me divierten mucho… Ni tampoco me creo, por leer, más “listo” que alguien que no lee. Es simplemente una afición a la que dedicar el tiempo libre. Pero la lectura tiene un encanto especial que difícilmente puedo explicarte si no lo sientes… Es como intentar explicarle las maravillas de la fabada a alguien que no le gustan las fabas.
-¿Luego reconoces que en un sentido práctico la lectura no sirve para nada?
-No, no sirve, creo que ya te lo dije alguna vez; yo al menos jamás le he encontrado utilidad alguna que no fuera la de pasar el rato: ni me han servido los libros – y hablo de novelas fundamentalmente, aunque también si quieres de libros de filosofía, historia, ciencia, etcétera- para mejorar mis habilidades sociales, ni para mejorar en el trabajo, ni para tener digestiones menos pesadas, ni me han enseñado a dormir mejor, ni me han dado ningún tipo de orientación en la vida, ni me han ayudado a conocer mejor a las personas reales… No por leer Rojo y Negro, Ana Karenina o La Regenta voy a aprender a enamorar a hermosas jóvenes; El Quijote no va a ayudar a reciclar mi idealismo; La Odisea no me enseñará a enfrentarme a las desdichas con entereza; Robinsón Crusoe no me va a enseñar a sobrevivir en un ambiente hostil o a encontrarme mejor estando completamente solo; ni Los Tres Mosqueteros ni La Isla del Tesoro van a infundirme valentía…
-Bueno, tal vez para todo eso que dices, los libros de autoayuda…
-Los libros de autoayuda sólo autoayudan al caradura que los escribe a engordar su cuenta bancaria a costa de la ignorancia o desesperación ajenas…

-¡Je, je! Luego reconoces que los libros no sirven para nada… ¿y sigues leyendo?
-No, no digo que no sirvan para nada… Digo que no tienen utilidad práctica. No es lo mismo. De hecho sirven para mucho: para pasar muchos ratos divertidos, agradables. Miles de horas.
-Eso mismo dices del cine y de los videojuegos…
- …Y para visitar lugares, pensamientos, razones, épocas etc. que de otro modo no podrías conocer. Para soñar con cierta intensidad sin esperar a estar dormido; para que tu imaginación, anhelando volar, en lugar de entregarse al ocio vulgar del fútbol y del apestoso cotilleo, se entretenga con razones un poco más elevadas, … Si no comes continuamente comida-basura, ¿por qué sí alimentar todos los días tu espíritu con telebasura?
-Je, je, vaya un bicho raro estás hecho… No me convences en absoluto. Leer es perder el tiempo. A lo mejor hace 100 años opinaría como tú, y también leería… pero también hace 100 años viajaría en burro y no sabría lo que es un electrodoméstico ni el agua corriente. Pero allá tú si te gusta vivir en el pasado…
-No, no, no. Leer no es cosa del pasado. Esa forma tuya de pensar seguro que entusiasma a muchos políticos... Fíjate que vives en el siglo XXI, pero sigues teniendo hambre, sueño, temor, angustia, deseo, etc… exactamente como los hombres de hace 100 años, y los de hace 1000. O, si lo prefieres, como los de hace 10.000 años, cuando el nacimiento de la escritura estaba aún muy lejano… Pero la necesidad que hoy satisfacen los libros, la de dejar volar la imaginación escuchando buenas historias, contadas entonces por hábiles narradores al lado del fuego, ya existía, y era tan intensa como ahora. Tan antigua como el hombre.

*****
nota: imagen, La Odisea de Homero en la colección Centenario de Espasa.

martes, abril 15, 2008

¿alguien da más?

Dos de los iconos más importantes de la Cultura (la poca que mi corto entendimiento puede alcanzar al menos) - el uno literario, el otro cinematográfico, aunque ambos trascienden sus respectivos campos - Woody Allen y La Regenta de Clarín, juntos.




Echo en falta un personaje de ciencia para hacer un triángulo perfecto... No sé, Newton, Einstein, Darwin o Cajal asomando también en La Plaza de la Catedral de Vetusta...

****

NOTA: imagen tomada de 20minutos.es



aunque los personajes de Allen comparten muchas "neuras" con la Regenta, no sería el realizador óptimo para adaptar a Clarín (cosa que , conste, hizo inmejorablemente bien nuestro Méndez-Leite), pero, del imposible futurible de que se hubiera hecho en Hollywood... yo escogería, no sé, ¿a James Ivory, a Milos Forman?. Sí, a Forman. Y de los clásicos... a David Lean.

miércoles, abril 02, 2008

el corazón de una madre


“Se refiere a una madre que sólo tenía un hijo. Era alto, bien formado y bien parecido a ella y lo amaba más que madre alguna haya amado a su hijo.(…). El sol nacía y se ponía en él. Entonces él se enamoró. Perdió su corazón en manos de una mujer que era tan hermosa como perversa. Y, como era muy perversa, puedes estar seguro de que era hermosísima. Para el hijo no tenía ella, sin embargo, ni una mirada, ni siquiera un saludo. Absolutamente nada.(…). De modo que estaba loco por ella. En cuanto tuvo una oportunidad le dijo qué es lo que haría por ella, qué castillos le construiría, qué riquezas reuniría. Eran cosas algo abstractas y ella le dijo que nada de eso le interesaba. En cambio, pidió un regalo que estaba totalmente dentro de sus posibilidades satisfacerlo.(…).Un regalo muy sencillo. Le pidió al joven que le trajera el corazón de su madre. Y él lo hizo. Tomó un cuchillo, lo hundió en el pecho de su madre y le arrancó el corazón. Y entonces, avergonzado por el horror de lo que había cometido y muy nervioso, corrió por el bosque en que vivía la malvada y hermosa mujer. Y, mientras corría, tropezó con una raíz y cayó, y, al caerse, el corazón saltó de sus manos. Corrió para recoger el precioso corazón que había de darle el amor de aquella mujer, y al inclinarse para recogerlo, oyó que el corazón le decía: “Hijo mío, hijo mío, ¿te hiciste daño al caer?”

Howard Fast (1914-2003), Espartaco (1951)