martes, octubre 31, 2006

¡visca Ciutadans! ¡ànim!

Cualquiera que cada cierto tiempo se asome un poco a los periódicos o eche un vistazo a los telediarios sabe que mañana, día de Todos los Santos, se celebran las elecciones al parlamento catalán. Muchos también quizá te nombren los cinco partidos que coparán el parlamento catalán: PSC, CiU (uno de los dos se llevará el gato al agua, aunque con toda probabilidad tendrán que hacer pactos), ERC, PPC e ICV.

¿He dicho cinco partidos? Quise decir seis, porque Ciudadanos de Cataluña, aunque ninguneado en las encuestas, tiene serias posibilidades de conseguir representación en el Parlament.

Desde antes incluso de su formación como partido seguimos con gran interés y tenue ilusión la trayectoria de Ciutadans (porque es bien difícil que algo te ilusione en la política española, donde cualquier persona mínimamente crítica comprobará que los partidos sólo se diferencian en las siglas, los sinvergüenzas suelen ser los mismos en todos) .

Ciudadanos nace debido al desencanto, porque muchos votantes se sintieron defraudados por el comportamiento de un PSC que en la pasada legislatura asimiló tesis nacionalistas (ignominioso para un partido que se autodenomine socialista y se califique de izquierda); a causa también de las opresivas condiciones de la política catalana, donde defender perogrulladas como "los ciudadanos, y no los territorios, son los sujetos de los derechos", o donde proclamar la igualdad entre los ciudadanos de un Estado (ya sabéis, Rousseau, constitucionalismo, liberté, egalité, fraternité, y demás ideales que -se supone- deberíamos defender todos) , lleva a que muchos te tilden como "de extrema derecha".

Más de 3.000 militantes, más de 12.000 firmantes del manifiesto inicial, encuestas internas que hablan de conseguir ese 3% de los votantes que implicaría obtener voz en el parlamento catalán (3 ó 4 escaños). Mucha suerte, Ciudadanos. Aire fresco en la política catalana (y española) es lo que hace falta.

nota: Aquí os pego un vídeo muy divertido en el que Albert Boadella, uno de los impulsores del nuevo partido, agradece a la prensa catalana el buen trato dispensado a Ciutadans durante la campaña.



Pd.- Por cierto que, tanto si mañana obtienen representación como si no, el candidato por Ciutadans, Albert Rivera -el más joven de la historia de cataluña - , ya ha dicho que el movimiento cívico está en marcha y se presentarán también a las próximas municipales y generales.

enlaces:
-página de Ciudadanos.
-blog de Arcadi Espada, destacado ciudadano.
-ciutadans en la prensa. Bitácora que ha seguido el trato que durante la campaña se ha dispensado al partido en la prensa.

lunes, octubre 30, 2006

Cincuenta años de la muerte de Baroja.

Hace hoy exactamente cincuenta años, moría en Madrid el autor de El Árbol de la Ciencia. Un despacho de la agencia Efe informaba dos días antes que don Pío Baroja y Nessi estaba en estado de máxima gravedad, habiendo perdido ya sus facultades mentales. Los médicos que le asistían, doctores Artete y Val y Vera, habían perdido ya toda esperanza de salvar su vida. "No se descarta que se produzca su fallecimiento en cuestión de horas.", decía la noticia.

La última voluntad del escritor vasco era que se le enterrase en el cementerio civil como ateo. Esto produjo un escándalo en la ultracatólica España de los cincuenta, recibiendo la familia de Baroja poderosas presiones para que se obviasen los deseos del fallecido, y que tan célebre personaje fuese enterrado "como Dios manda". Gracias a que sus familiares resistieron las coacciones de la intolerancia oficial, fue inhumado finalmente conforme a sus deseos.

Su ataúd fue llevado a hombros por dos futuros premios nobel: don Camilo José Cela y Ernest Hemingway. (En 1956, don Ernesto vino a España a visitar a un moribundo Baroja. Le dijo que estaba convencido de que el premio que le habían dado hacía dos años, pertenecía al escritor español).

A pesar de que la crítica anglosajona no lo reconoce, dicen los que de literatura saben que es innegable la deuda de Hemingway y otros escritores en lengua inglesa ( John Dos Passos por ejemplo) con la obra de ese genial escritor, ateo, melancólico, huraño y misógino, que fue don Pío.

Baroja en el cine:
Podéis bajaros con el emule la versión que Juan de Orduña hizo de su Zalacaín El Aventurero en 1955. Nosotros la hemos visto no hace mucho y, aunque no es una gran película - aparte de que no es fiel al texto (los carlistas no podían ser "los malos" en la España de los cincuenta), hay algún que otro inexplicable fallo en el guión -, sí merece la pena que se vea, por su ambientación y rápido ritmo, muy propio del cine de aventuras. Otro motivo para verla es que el propio Baroja, aunque doblado por encima por la voz de un actor, aparece en la película: hace de sí mismo, de narrador de la historia.

notas: - imagen, portada de una traducción norteamericana (1997) , del Zalacaín.

-enlace a un audiolibro del Zalacaín. (aviso, no está leído por una persona sino que es uno de esos irritantes audiolibros "sin alma" leídos por un programa de ordenador... aunque este programa parece mejor... y tiene hasta acento vasco y todo). Es ligero: ocupa unos 40 megas, ideal para vuestro mp3 ;) )
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nuestro amigo Yarfoz, langreano literato y bibliófilo, a quien desde aquí enviamos una sonrisa de simpatía y agradecimiento, nos envía esta foto que se ha molestado en hacer a su ejemplar original de EL ÁRBOL DE LA CIENCIA (1911). Creo que el dibujo de la portada es un fragmento del famoso grabado Melancolía de Alberto Durero (1471-1528) (podéis pinchar para ampliar)

martes, octubre 24, 2006

dos gracias de Juan Valera.

Para relajar un poco, y como parece que hoy ya apenas nos tocan las narices los martínezelfacha esos tan valentones -cada uno más asturiano que el resto de asturianos juntos- de la llingua de cursillo (hoy sólo cinco cartitas bomba de nada :P ) , volvemos a la normalidad; seguimos con las gilichorradas de siempre, las que no llevan CFCs ni ftalatos, señora. Publicamos dos chistes otoñales del autor de Pepita Jiménez , Juan Valera (1824-1905). A ver si os hacen sonreír. =) un saludo.

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LAS CASTAÑAS.

El día de difuntos salió muy de mañana a misa una linda beata que la noche anterior, según es costumbre la noche de todos los santos, se había regalado comiendo puches[1] con miel y muchas castañas cocidas. Como era muy temprano y apenas clareaba el día, la calle por donde iba la beata estaba muy sola. Así es que ella, sin reprimirse, con el más libre desahogo, y hasta con cierta delectación, lanzaba suspiros traidores y retumbantes, y cada vez que lanzaba uno decía sonriendo: “¡toma castañas!”. Proseguía caminando, soltaba otros suspiros, y exclamaba siempre: “¡las castañas…, las castañas!”.

Un caballero muy prendado de la beata solía seguirla, hacerse el encontradizo, oír misa dónde y cuándo ella la oía, y hasta darle agua bendita al entrar en la iglesia para tener el gusto de tocar sus dedos. Iba aquel día el caballero tan silencioso y con pasos tan tácitos detrás de la beata, que ella no le vio ni sospechó que viniese detrás hasta que volvió la cara poco antes de entrar en el templo.

- ¿Hace mucho tiempo que viene usted detrás de mí? – dijo muy sonrojada la linda beata.

Y contestó el caballero:

- Señorita,…desde la primera castaña.

MILAGRO DE LA DIALÉCTICA.

De vuelta a un lugar, cierto joven estudiante muy atiborrado de doctrina quiso lucirse mientras almorzaba con su padre y su madre. De un par de huevos pasados por agua que había en un plato, escondió uno con ligereza; luego preguntó a su padre: “¿Cuántos huevos hay en el plato?”. El padre contestó: “Uno”. El estudiante puso en el plato el otro que tenía en la mano diciendo: “¿Y ahora, cuántos hay?”. El padre volvió a contestar: “Dos”.

-Pues entonces- replicó el estudiante-, uno que había antes y dos que hay ahora suman tres; luego son tres los huevos que hay en el plato.

El padre se maravilló mucho del saber de su hijo, se quedó atortolado y no atinó a desenredarse del sofisma: el sentido de la vista le persuadía de que ahí no había más que dos huevos, pero la dialéctica especulativa y profunda le inclinaba a afirmar que había tres.

La madre decidió al fin la cuestión prácticamente. Puso un huevo en el plato de su marido para que se lo comiera, tomó otro huevo para ella y dijo a su sabio vástago: “El tercero cómetelo tú.”.



[1] Puches: gachas (cocido de harina con agua y sal, que se puede aderezar con leche, miel u otro aliño.)


(fuente: programa HISTORIAS, RNE).

lunes, octubre 23, 2006

amenazando, que es gerundio...

Ains... hoy iba a publicar alguna otra aburrida cosa, pero he cambiado el post de esta semana debido a las circunstancias...

Uno está un poco acojonao porque, sin comerlo ni beberlo, vése insultado y amenazado por unos cuantos fanáticos debido a las razonadas y nada radicales opiniones que vierto en el artículo "Los Bables y la Llingua Asturiana". (Alguien -según me ha confesado- sin mala fé cogió el texto y lo publicó en el foro de un diario online (asturies.com) ).

(Como en el texto hago referencia a que vivo en Grado, otro alguien buscó en google "grado, llingua asturiana, blog, bable" o algo así, y ahí me encontraron. Y empezaron a pasarse el enlace entre los fanáticos de aquel avispero.)

Son eso, opiniones. y quieran que no, valen tanto como las adoctrinadas suyas, (aunque se crean que valen más porque las suyas las "adornen" con amenazas).

"voy a mandar el link a su blog a los compañeros de grao pa que le manden un ramo de flores",

dice uno de ellos.

Otro, más sutilmente, pero con parecida vileza, dice: "Valíate más quitar la semeya (foto) del to blog, que Gráu ye un pueblu pequeñu..."

fascista, reaccionario, nazi... mil cosas más.... ains, qué triste, ¿adónde vamos? puedo equivocarme como todo el mundo (es lo que pasa con la doxa, que no hay verdades absolutas, salvo las que tengan que ver con el respeto a los derechos humanos, que tenemos que considerarlas absolutas, aunque les pese a algunos), pero, no sé, tendré derecho a escribir lo que me salga de la tecla sin que por ello tenga que recibir amenazas, ¿o no?


Me considero demócrata, tolerante, y de izquierdas (joer, si soy de clase obrera)... y jamás trataría de intimidar a nadie por expresar unas ideas radicalmente distintas a las mías...

A esos que amenazáis, ahí os mando :) una sonrisa. Que sepáis que ni quito el post, ni el blog, ni mi careto de ahí. así que podéis seguir amenazando (anónimamente, claro, a escondidas, que es como se hacen esas cosas en vuestro mundillo)...

Un saludo.

sábado, octubre 21, 2006

¿Premios príncipe? ¡oso borracho!

Nos acabamos de pasear por un par de medios online extranjeros, con el único propósito de comprobar si había siquiera una pequeña noticia, (aunque fuese en letras minúsculas, tamaño font 1 en HTML) sobre los Premios Príncipe de Asturias. Hemos visitado el New York Times, y la BBC. Lamentamos descubrir que de los príncipe, nada. La noticia más destacada sobre España -casi la única, la otra es la cancelación del encargo militar de las patrulleras por parte de Venezuela-, es el supuesto "asesinato" cometido por el rey Juan Carlos, quien habría matado a un oso ruso, al que (supuestamente) habrían emborrachado antes con vodka, para que el monarca lo tuviese más fácil (amos, como las truchas de Franco cuando venía a pescar aquí a Asturias). El crimen habría ocurrido este verano, cuando los reyes visitaron el país de los Urales.

La Casa Real ya ha negado la noticia, que calificó como "absurda y surgida de una fuente sensacionalista".

http://news.bbc.co.uk/2/hi/europe/6070656.stm

La verdad es que la noticia no tiene nada más allá que el tonto sensacionalismo... Por si acaso la Bardot, defensora de los irracionales con piel, le ha dirigido hoy una carta al Juancar en la que le pregunta si a su edad no puede ya deponer las armas.

Si es que, esto de tener jefes de estado tan belicosos como el nuestro es un problema... En cambio, allá en Rusia, que tan preocupados parecen muchos por Mitrofan (así se llamaba el pobre animal, del que se está investigando su muerte para tratar de esclarecer los hechos), sus líderes son tan pacíficos que a los mamíferos omnívoros los dejan en paz... (siempre, claro, que no se apelliden Politkovskaya y se dediquen a darle a la tecla formando las palabritas que no deben y que puedan molestar a algún hijo de putin...)

(No recuerdo ahora si la Bardot le dirigió una carta también al presi de Rusia hace unos días cuando aquello...)

lunes, octubre 16, 2006

Los incontables asesinatos de Fernando Alonso.

Cada vez que se produce un crimen realmente truculento, uno de esos que horripila a la opinión pública, y si el asesino es un joven o muchacho aun púber (ya sabéis, el típico titular de: "Valencia: angelico se carga a sus padres, a su tía abuela y al canario de la familia con unos nunchakus"; o bien aquel, también clásico, de: "Valencia: jovencita, émula del joven los nunchakus, se carga a varios compañeros de clase con unas estrellas ninja. `Amo a Borja, es un incomprendido´, dice la musasa"); cada vez que una salvajada de esas sucede, todos los medios buscarán culpables, bien con las declaraciones de un experto en Gilipollología por la Universidad de Ronda, bien poniéndote un gráfico con unas estadísticas que relacionan -de forma irrefutable- las churras con las merinas, y conclurián que el execrable crímen del adolescente ejemplar es culpa de la televisión, de la violencia en televisión.

Más abajo en el mismo artículo, no sabemos si aportado por el experto de marras -profesor de Psicología de la Comunicación Audiovisual , Máster en Nubes de Humo y Silbos de La Gomera- o por el despejado periodista, se sugerirá también que todo puede ser consecuencia de la violencia en el cine, muy vinculada a la TV.

Justo al final del artículo, tras decirnos que nadie hubiese pensado eso del pobre Borja (ahora tristemente huérfano), que era un niño completamente normal, muy inteligente, cariñoso, y estudioso (por ejemplo, le encantaba la biología: diseccionaba por su cuenta cachorritos vivos desde muy niño; y la física: desde niño hacía experimentos gravitatorios lanzando cachorritos vivos por la terraza del quinto piso en que vivía ), apuntará como tercer posible culpable de la inusual reacción de Borja ese infernal e idiotizante invento de los videojuegos; dejando claro en todo el espíritu del reportaje, que los tres elementos -cine, televisión, videojuegos-, y hasta otros posibles (juegos de rol, colecciones de cromos macabros, ciertos cómics; de los caramelos petazeta, los naranjitas...) pueden ser también, en último término, la causa de los asesinatos.

Seguro que habéis leído/escuchado/visto muchos reportajes de ese estilo. Es lo que te encuentras en los medios cada vez que ocurre uno de esos sucesos tan atroces.

Ahora imaginad otro asesinato igualmente truculento pero muchísimo más habitual y no sólo localizado en la Comunidad Valenciana: gilipollas haciendo el indio con el coche a nosecuántos kilómetros por hora por encima del límite de velocidad permitido, mata a unas cuantas inocentes y desconocidas personas -niños incluidos- que venían tranquilamente en su coche por el otro carril, o que paseaban por la acera.

El mismo día que se publica en la prensa en un recuadrito de nada en la sección de sucesos la noticia del accidente y de la muerte de esa familia en Burgos, aparece en portada y a cuatro columnas que Fernando Alonso gana el Gran Premio de F1 de Tineo. "Ganemos", declara el asturiano, orgullosamente.

Nadie en la prensa establece el probable vínculo. El asesino motorizado, el imbécil sin entrañas, el tonto del tunning, seguramente iba como un loco por imitar a su héroe del alma, el Ferlonso de las narices, tras flipar viendo en telecinco cómo el asturiano adquiría prez imperecedera con la incomparable hazaña.

Entonces no hablan expertos en Sicología sin P en los cursos de verano de la Universidad de Yernes y Tameza; ni nos regalan el cerebro con un ingeniosísimo artículo de síntesis de un joven y talentoso periodista que busca culpables hasta en el tebeo (¡ literalmente!); porque entonces no hay culpables. Ni de lejos se atreve nadie a echar las culpas, de un lado al tonto del tunning, que bastante tiene ya con el disgusto de haberle destrozado el coche a su padre y con que le van a quitar cuatro puntos de carné... (Si se mira bien, tan culpable es él como los otros... los accidentes pasan: cosas de la vida, que está to predistinao...), ni mucho menos al famoso piloto cuya técnica trataba de emular el accidentado.... (En este caso, además, el asesino ni siquiera tendrá que irse unos meses a un reformatorio, como Borja el huerfanito.)

Ciñámonos sólo a los imbéciles emuladores: de un lado el de los nunchakus, del otro los cientos de sanguinarios flipipaldis que asesinan a mucha gente cada año en nuestras carreteras. ¿Dónde es más fuerte el vínculo del imitador con el modelo a imitar (el Doom3 y Tarantino en un caso, el afamado piloto asturiano en el otro)? Yo me atrevería a decir que es mucho más evidente (y sobre todo, más cotidiano) ese vínculo en el caso de los tontos del tunning con su ídolo..., pero, ¿quien osaría decir eso? (quizá algún tontoelhaba en su blog, y nadie más.)

Así que, señores periodistas, o aplican la misma lógica y el mismo arbitrario rasero a todos los crímenes inmotivados y cometidos por imbéciles profundos ( violencia escolar como reflejo de la violencia en el fúbol, violencia machista debido al programa de Maria Teresa Campos, por poner más ejemplos tontos), o váyanse a freír puñetas.

NOTA: imagen, el Fernando Alonso ese tan famoso (que, junto con Leti y Melendi, bien se sabe, tanto ha hecho por los asturianos), en silla de ruedas por haber jugado al mario kart.

viernes, octubre 13, 2006

gilipoemas...

Gilipoemas (Audio).WAV




En profunda sima, en horrenda fosa,
Lanzad mi cuerpo y dejadlo caer;
Que si en vida nadie mi nombre nombra,
nadie lo escuche al desaparecer.

********

Si negro se pone el día,
brota en tu seno la lluvia,
sopla el viento del suspiro
y tus ojitos se nublan;

Si la tempestad comienza
a mostrar toda su furia
y en tu mente no hay un claro
que alivio dé a la locura;
siente mi mano en tu mano
y en tu oído mi voz escucha:

"no sigas, niña, llorando,
¿viste la luz de la luna
fugaz instante asomar
entre las nubes oscuras?.
Pues deja ya tu lamento,
que alegre mañana anuncia."

*****

Oigo en la noche un lamento;
Despierto sobresaltado.
Un grito desesperado
La calma rompió violento.

Enciendo la luz: no siento
Ruido alguno y, extrañado,
Que soy yo quien ha gritado
Pienso dudando un momento.

¡Sí, soy yo quien ha gritado:
noto la pena en el pecho!

********

Dos perlitas de rocío
una rosa rosa lleva;
son tus ojos al abrigo
de tus mejillas de seda.

Los alegres estorninos
sus risas al cielo elevan;
son acordes que percibo
de tus canciones sin penas

*******

Por mi anhelante cerebro
deslumbrantes desfilaban
concupiscentes imágenes
que tu belleza inspiraba.

Por mi palpitante pecho
quejumbrosos germinaban
los patéticos suspiros
que tu recuerdo arrancaba.

Por mi fatigado cuerpo
desbordantes circulaban
abrasadores humores
que hervía invisible llama.

¡Alegría! Libre al fin
de tu hechizo, de tu magia;
qué feliz siento mi ser:
descubrí que no te amaba.

*****

nota: imagen, Mujer de Francisco de Goya.

martes, octubre 10, 2006

epitafio y dos historias grotescas de "Alma"

Ya os hablé de Alma -Alma del Infierno-, aquella "robin hood" mía de finales del siglo XVI. Éste es su epitafio:

Yace bajo aquesta losa
Cierta mujer cuya fama
Pasó su humildad de dama,
Llegó a la altura de diosa.

Su alma, de fulgor eterno,
Voló al cielo tras su muerte;
Pues quiso el vulgo y su suerte
Que en vida hallase el infierno.


Y éste es el inicio del capítulo V, en el que la protagonista nos cuenta dos historias en las que su padre, alcalde de cierta villa Toledana, resuelve un par de, si no graciosos, grotescos litigios (nota: los alcaldes antiguamente administraban también justicia en pequeñas causas):

V.- Pesares de Alma

Prometí antes que escribiría la historia de Alma. Trataré de contarla por su misma voz, por así decirlo, tal como ella a mí me la refirió. Traslado pues las palabras que otrora oí salir de su boca y retuve en mi memoria, a aquestos símbolos que garabateo en el papel. Y se pierden en este bello pero imperfecto proceso, incapaces de atravesar la infranqueable barrera del cráneo para saltar también a las cuartillas, los recuerdos de la inefable gracia de su dulcísona voz, las elocuentes muecas que acompañaban el relato, los preciosísimos ojos que con sentimiento brillaban al rememorar lo pasado, las sonrisas o lágrimas de nostalgia, dolor, y rabia que a veces a ellos asomaban según fueran de alegres o tristes los sucesos que narraba. Enmudezca entonces por unas líneas la fastidiosa alma que tan neciamente da sustancia a mi pluma, y hable la de aquella que vengo escribiendo con mayúscula, no sólo por ser nombre propio, sino también por ser tan grande, generosa, noble, y buena.

-En una noble villa que riega el famoso Tajo nací y viví los primeros años, que suelen ser los mejores de la vida pues todo es entonces candor e inocencia y no se dan en la infancia las complicadas pasiones, tentaciones (y, en consecuencia, amarguras) de las edades posteriores. Era hija única. Mi familia no puede decirse que fuese noble, aunque sí que no tenía mancha alguna; quiero decir que era de cristianos rancios de puro viejos. Nuestra hacienda no pasaba por ser una de las principales del lugar, pero nunca conocimos ni de lejos la necesidad, llegando incluso disfrutar de ciertos lujos nada ostentosos. Era mi padre honrado alcalde de aquella villa, y era bienquisto de los habitantes, porque siempre procuró en todo momento ayudar todos los hijos de la insigne población, fueran pobres o ricos, jóvenes o viejos, hombres o mujeres; y si se presentaba alguna pequeña disputa, resolvíala guiado tan sólo por sus naturales bondad y sentido común; y, a pesar de tropezar mil y una veces en las palabras si intentaba leer de seguido cualquier cosa, parecían a todos sus sentencias, ya fueran naturales o extraños a la ciudad, como dadas por un nuevo y discretísimo Salomón.

>>Sirva como ejemplo una de ellas en que un hombre presentóse ante él con cuatro conejos sin vida, y dijo que un fiero gato de un vecino los había muerto. Pidió mi padre que llamasen al propietario del gato, y vino éste con el feroz animal bajo el brazo, que era una bestia de color negro que pesaba hasta una arroba, con ojos malvados, grandes zarpas y muy largos dientes; indicadores todos de gran fiereza.

>>- ¡Ay de mí, que ahí está el demonio vestido de gato, que mata conejos, caza palomos, ahuyenta gallinas y atenta, en fin, contra todo animal doméstico, civilizado y amante de la paz!. – dijo el de los conejos en cuanto entraron el animal.

>>- No se deje llevar, señor alcalde, no se deje llevar de la aparente fiereza de mi gato, que aunque ahora mismo por su aspecto le parezca una bruja disfrazada o cosa peor y asome de ese modo los dientes, y bufe y erice el lomo, y se pueda creer que nos mire a todos con esa malignidad con que parece que mira, sepa que es manso como un cordero y no come sino migas de pan y saltamontes. ¡Y es tan vago que aun he de cazarlos para él! – dijo el que traía el enorme gato bajo el brazo.

>>-Pues ¡qué! ¿Manso como un cordero? Pues muchos mansos como él lleva muertos y luego devorados, ¡y algunos gansos!, y si ahora me presento ante vuesa excelencia, señor alcalde, es porque estoy más que harto de tanta mengua en mi hacienda debida a tan gatuna fiera. – argumentó el agraviado.

>>-No digo más – dijo el otro - , señor alcalde, que no le den gato por liebre, que aqueste es manso y bueno, y que estos ojos que echan chispas no son sino brillos de gatuno cariño; y esos bufidos que hace, perezosos ronroneos que se manifiestan así en los gatos gigantes; y al encrespar la piel y asomar los dientes no está pidiendo más que mimos y caricias. Mire, miren todos como sólo esto quiere…

>>Y diciendo esto empezó a dar al gato una dulce caricia con la mano derecha (que bajo el brazo izquierdo lo traía sujeto); y fue sólo tocarle la frente, y el gato comenzó a lanzar arañazos y mordeduras a las manos y cara de su amo, y luego a lanzarse como un ser salido del mismísimo averno sobre la gente allí congregada, y a dar más arañazos y dentelladas que dieran todos los leones de la Abisinia.

>>Una vez hubieron ahuyentado al gato y hubo pasado el peligro, dijo el alcalde Dámaso, que era el nombre de mi padre:

>>-Visto es que el gato es culpabilísimo de tanto crimen; ordeno que se le capture, se le ajusticie y dé muerte; y luego, una vez limpio de tripas y pieles, se den las carnes al vecino de los conejos; que si él esperaba que esos crecieran un tanto más para venderlos y sacarles dinero, bien podrá vender la carne del gato, que vale a lo menos por cinco o seis conejos como esos.

>>Y todos quedaron contentos con tal solución: hasta al dueño del gato, que casi se queda sin ojos tras haber hecho de abogado del salvaje animal, le pareció de perlas la sentencia; tan sólo dijo el vecino agraviado que en cuanto lo matasen quemasen su carne luego, que si la vendía tenía miedo de que pasase el demonio o la bruja que estaba dentro suyo a los que la comieren, que con verlo muerto y ajusticiado bastaba, pues ya se tenía por desagraviado y satisfecho.

>>En otro caso vinieron dos hombres con claras muestras de haberse dado mutuas puñadas, pues venía el uno con el ojo amoratado y los labios hinchados; el otro traía la nariz abultada de un golpe y sangrante todavía. Preguntó mi padre que qué pasaba y dijo el del ojo violeta:

>>- Aqueste que ve es un vecino mío que tiempo ha tuve por amigo y no pequeño. Pero hoy no puedo decir que lo tenga más que por loco; y loco peligroso, que míreme el rostro y verá en él cómo se las trae.

>>-Miro, observo, escucho, y juzgo en conciencia – dijo mi padre - ; mas también veo que el que vuesa merced dice loco viene con no menos puñadas en su cara…

>>-Y claro que vengo con golpes - dijo el que era la otra parte -, que puede verse en esta berenjenada nariz que traigo que al menos tantos golpes como di, fuéronme devueltos con usura.

>>-¿Y cuál es la causa de tanto golpe, si saberse puede? – inquirió mi padre.

>>-Ah, ¿cuál ha de ser – respondió el que había hablado el último – sino el sempiterno motivo que destruye tanta felicidad y amistades? ¿Cuál sino el malvado demonio de los celos?

>>- ¿Celos fundados? – siguió inquiriendo mi padre.

>>- ¡Y cómo fundados! – continuó hablando el de la berenjena - ¡más fundados que Roma! Pues, ¿no veo yo al Requejo ir casi todos los días donde mi esposa a hablar con ella, mostrarse mimoso y requerirla de amores?

>>- ¿Y esto desde cuándo? – preguntó mi padre.

>>- Pues desde hace no menos de tres semanas, allá va día sí y día también este malnacido que tenía yo por más bueno que un santo, y se pone a susurrarle cosas y a decirle (que esta última vez le espié y pude escuchar lo que decía): “Ah, Teresica, ¡mal haya mi desdichada vida!, ¿pues no siento arder en el pecho un fuego que me devora y abrasa por dentro…? Ahora que sois libre del vuestro Mandones, ¿no os veríais mejor en aquestos brazos, que no son tan velludos ni grasientos como los del que era vuestro marido, y besando aquestos labios, que no tienen tantas verrugas ni llagas; y si las tienen, son más blancas y menos purulentas que las de aquel…?”

>>-Alto ahí – interrumpió el alcalde– pues, por qué dice que ya es libre del marido? ¿Hubo autorizado divorcio?

>>-No, señor – respondió el Mandones–, no es eso. Es que mi esposa es fallecida, y aquel va a decirle esas infames palabras al cementerio.

>>- ¡Válgame el cielo! – Exclamó mi padre, asombrado - ¿Y esos requerimientos, hacíalos en vida della? – preguntó dirigiéndose al Requejo, que era el del ojo violeta.

>>- No señor, sino que la pasión y el deseo dióme ahora con la muerte, al recordarla cuando era viva, que nunca entonces me había fijado en su extremada belleza y en sus incomparables formas. Pero yo le juro, y te juro a ti amigo Mandones, que en mis visitas al cementerio no pasé un punto de las vanas palabras que oíste, que ninguna noche en estas tres semanas llegué a criminal acto carnal ni aun por asomo; y que si mi corazón arde por ella, apaga a cada segundo un mucho de este ardor la fría agua de la cara amistad que a ti te profeso.

>>Hiciéronse agua los ojos de los dos peleadores con estas palabras de Requejo porque debía de ser verdad que eran tan buenos amigos como decían, y dijo mi padre luego:

>>-Hay aquí una amistad tan grande que no la rompieran todos los celos del mundo, ni aun cuando se conviertiesen en duelos, como bien puede comprobarse en estos dos rostros donde lágrimas de comprensión y cariño asoman. No digo sino más que no vuelva el Requejo a ver a la Teresa, y que la deje descansar en paz fuera de pasiones mundanas; y si algún día quiere ir donde ella yace a decir un padrenuestro (cosa esta que creo que no debe prohibirse a nadie), lo haga acompañado por su buen amigo el viudo Mandones, que estará a su lado entonces y unirán su amistad para rezar juntos por el bien de la fallecida.

>>Y abrazáronse los litigantes con abundantes lágrimas y palabras de enmienda, y pareció bien a todos la justa sentencia.

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NOTAS: imagen1, dibujo de la villa de Alma; imagen2, escena de FUENTEOVEJUNA, de Lope, en una producción de TVE.

sábado, octubre 07, 2006

Las últimas palabras de Edgar Poe


Tal día como hoy, siete de octubre, de 1849, moría en Baltimore (Maryland, EEUU), el más grande escritor y poeta norteamericano, Edgar Allan Poe. Tenía 41 años.

Otro día quizá hablemos de su obra, de la importancia que para la literatura supuso este pionero (creador de la novela policíaca; precursor de la ciencia ficción; auténtico genio de la literatura fantástica; renovador de la poesía en norteamérica; maestro indiscutible en la composición de cuentos; unificador, en sus escritos, de esas dos culturas de las que hablaría cien años más tarde Ch. P. Snow (por cierto, que aun continúan reñidas... y parece que lo estarán siempre); experto criptógrafo y matemático...)

Hoy hablaremos sólo de su muerte.

Edgar Allan Poe fue un tipo ultrasensible y depresivo; el alcoholismo y la adicción al opio hicieron mella en su espíritu, conduciéndole a la autodestrucción. Ya había sufrido un infarto cerebral (consecuencia de su afición por los estimulantes) en 1847; ya había intentado suicidarse en 1848...; ya hacía demasiados meses que había alcanzado el punto de no retorno en el apresurado viaje hacia su propio hundimiento.

Viajaba entonces, en un intento de encauzar su vida, de Richmond a Filadelfia. Julio Cortázar escribe:

Los médicos le habían asegurado en Richmond que otra caída más sería fatal, y no se equivocaban. El 29 de septiembre el barco atracó en Baltimore; Poe debía tomar allí el tren para Filadelfia, pero se hacía necesario esperar varias horas. En una de estas horas se selló su destino. Se sabe que cuando visitó a un amigo ya estaba ebrio. Se abre un paréntesis de cinco días, al final de los cuales un médico, conocido de Poe, recibió un mensaje presurosamente escrito a lápiz, informándolo de que un caballero "más bien mal vestido" necesitaba urgentemente su ayuda. La nota procedía de un tipógrafo que acababa de reconocer a Edgar Poe en un borracho semiinconsciente, metido en una taberna y rodeado de la peor ralea de Baltimore.

Era el 3 de octubre. Aquel día hubo en Maryland elecciones para el Congreso. Los partidos políticos de los EEUU de entonces acostumbraban a poner en práctica una sórdida estratagema: cogían a un grupo de pobres diablos, les emborrachaban, y les llevaban a votar de un colegio electoral a otro. Se sospecha que Poe fue así utilizado como múltiple votante, y luego abandonado en la taberna donde el impresor George W. Walker le reconoce. Poe le da las señas del doctor James E. Snodgrass. El tipógrafo le escribe a éste un billete que dice:

Muy señor mío:
En... hay un caballero en un estado lamentable. Se llama Edgar Allan Poe y parece encontrarse en un gran apuro. Afirma que le conoce a usted.
Insisto, necesita inmediatamente de su ayuda, a toda prisa.
Su respetuoso,
G.W. Walker

El doctor llegó tan rápido como pudo al lugar donde se encontraba Poe. Snodgrass escribió:

Tenía la cara conturbada, henchida y sin lavar; los cabellos en desorden y su aspecto general era repulsivo. Sus ojos, tan vivos e inspirados, estaban ahora sin brilo y sombreados por profundas ojeras.
(...)
Cuando le trajeron al hospital [el Washington College Hospital de Baltimore], estaba inconsciente . No sabía quién le había traído ni con quién había estado antes. Después le sobrevino un temblor en los miembros y un delirio incesante en el que se dirigía a seres fantásticos e imaginarios que veía en la pared. La cara estaba pálida y el cuerpo cubierto de sudor. No conseguimos calmarle hasta el segundo día después de su ingreso. Di orden a los vigilantes de que me llamaran en cuanto recuperase el conocimiento, y así lo hicieron. Le pregunté por su familia, por su casa, por sus padres. Sólo daba respuestas incompletas e inconexas. Me contó, sin embargo, que tenía una esposa en Richmond (lo cual no es cierto según supe después), y que no sabía cuándo había dejado esa ciudad ni lo que había ocurrido con su maleta. Intenté reavivar su ánimo, que decaía rápidamente; por eso le dije que esperaba que en pocos días estaría de nuevo en compañía de sus amigos y que me agradaría mucho poder contribuir a su bienestar y comodidad de alguna manera. Al oír estas palabras profirió un gran grito y me dijo con vehemencia que lo que podía hacer por él su mejor amigo era meterle una bala en la cabeza, que preferiría desaparecer bajo tierra para no tener que seguir viendo su propia degradación. Poco después pareció dormirse y le dejé unos minutos; pero cuando volví se encontraba otra vez vivamente alterado y oponía a los dos enfermeros que le sujetaban una fuerte resistencia. Esta situación se prolongó hasta el sábado [día 6]. Durante toda la noche y hasta el domingo a las tres de la madrugada estuvo llamando a un tal Reynolds [Reynolds era, según Julio Cortázar, el navegante y explorador que había inspirado a Poe el viaje de su Arturo Gordon Pym (¿William Reynolds de la expedición Wilkes ?) ]. A las tres se produjo un gran cambio: debilitado por los esfuerzos, se quedó más tranquilo y parecía dormitar. Sobre las cinco de la mañana giró la cabeza a un lado y dijo:

-Dios ayude a mi pobre alma. ("Lord help my poor soul.")

Y expiró.

NOTAS:

-fuentes: programa HISTORIAS de RNE, y Vida de Edgar Allan Poe ) de Julio Cortázar (prólogo a la traducción que el escritor argentino hizo de sus cuentos).
- Imagen1, tumba de Poe en el cementerio Westminster de Baltimore (hubo una ceremonia para volver a enterrarle en 1875. hasta entonces se hallaba en el Cementerio Presbiteriano de la ciudad). Imagen2, daguerrotipo de el autor de El Cuervo, hecho meses antes de su muerte.

miércoles, octubre 04, 2006

la superioridad del huevo frito.

No todos los pueblos de la Antigüedad conocían el secreto del huevo frito. Sumerios y babilónicos, que fueron las primeras civilizaciones que se escupían las manos y silbaban sin la ayuda de los dedos, eran sin embargo incapaces de esa forma básica de arte culinario.

Egipcios y persas lo intentaron sin mucho éxito. Durante la IV Dinastía egipcia, bajo el reinado de Snefru, los integrantes de la perseguida y blasfema secta de los Niam-niam observaron la analogía de un huevo fuera de su cáscara y el Sol. Nadie nunca hasta entonces había abierto un huevo con fines inquisitivos. Uno de sus sabios intentó durante años su freidura (en tablillas de arcilla, superficies de madera, piedras calentadas por el sol…). Desciframos en los jeroglíficos de los pasatiempos infantiles del periódico local que con casi toda probabilidad este sabio (cuyo nombre no ha llegado a nosotros) pudo haber logrado freír uno en el caparazón de una tortuga, pero cuando fue a notificarlo a sus prosélitos la tortuga se había despertado y pian pianito se había marchado con el fruto de su estudio.

Hubo que esperar a la llegada de los magnos griegos para que se produjese un avance significativo. Un sabio de la Hélade, Estero de Esparta, que había tenido el privilegio de acudir al Liceo aristotélico (era el encargado de la limpieza de los jardines), absorbió muchas de las enseñanzas del maestro que se les escapaban a otros discípulos en mejor posición. Rescató de los pitagóricos la concepción dualista de todo lo existente y lo aplicó al huevo (clara y yema; huevos de una yema, huevos de dos yemas; cáscara y no-cáscara…) Estero escribió un tratado del que aun se conservan fragmentos, Marikitonos ("marikitonos" o "marikitones" es un término que viene a significar “costumbres de todos los griegos antiguos en general”), un libro digamos costumbrista que dedica a su más aventajado discípulo (y amante, claro). Al final de su parte quinta, sin embargo, tiene anotaciones curiosas sobre el tema que nos ocupa. Leemos:

Existió hace mucho en Tesalia una gallina que ponía huevos perfectos, esféricos. Aun no había entre los hombres por entonces sabios que sacasen de esto conclusiones cosmogónicas ni musicales, así que aquellos huevos propios de dioses tuvieron el mismo fin que los vulgares: acabaron en el estómago del necio.

Y es que los huevos, tanto en la época que Estero refiere como en la suya, se comían neciamente: pinchando con un palito en uno de los extremos, se sorbía luego su contenido, lo que daba lugar a un mal aprovechamiento de su sustancia última, una digestión pesada e ineficiente. Aun no había llegado la freidura, el auténtico adelanto que supondría el dominio del mundo.

Fueron los romanos, siempre proclives a la perfección de los placeres, los que comenzaron a freír el fruto de la gallina. Sobre aceite de cicuta primero: el huevo frito se convirtió, primeramente, en sinónimo del fin, de la honrosa autodestrucción del estoico. Empezó a freírse con otro tipo de aceites vegetales más inocuos cuando un epicúreo, en los últimos tiempos de la República, quiso probar aquel sublime alimento propio de hombres grandes pero minorando el dolor derivado de la ingesta. De ese pequeño gesto de un antiguo petimetre culinario, llegó la invención que permitió la expansión del Imperio.

En efecto, imaginad unos soldados romanos que rápida y sencillamente, en el crudo invierno, cocinan un alimento muy nutritivo allá en tierra extranjera dondequiera que el César asiente sus reales, ¿no estarán en mejor disposición para el combate que el famélico bárbaro, mal alimentado por los pobres frutos del bosque invernal, o por alguna que otra alimaña? Es la superioridad del huevo frito, hasta ahora siempre desdeñada por el historiador, quien siempre afianza la supremacía bélica romana en factores que nosotros consideramos accesorios: los terribles y gigantescos ingenios de asedio, la fiereza de los soldados, el genio de los líderes militares, la clara ventaja en toda clase de tácticas y adelantos técnicos… nada son en comparación con el huevo frito.

Lleguémonos a la Edad Media, el cronista árabe Mahmón, habla así de los cristianos de la península:

tienen los cristianos de Galiqiya (así llamaban al Reino de Asturias algunos cronistas musulmanes) muchas costumbres irrisorias. En una de ellas ponen en un recipiente al fuego el interior del fruto de la gallina hasta que forma una estrella naranja y blanca... Qué galeqiyos son esos sucios cristianos.

Poco imaginaba aquel burlón historiador que el consumo de este proteínico alimento llevaría, a la larga, al triunfo de los cristianos sobre los musulmanes…

¿queréis saber cómo los huevos fritos con bacon británicos triunfaron frente a los castizos huevos fritos con chorizo y a las tortillas francesas en Gibraltar?; ¿o cómo el general Castaños venció en Bailén a Dupont con (habiendo desayunado) un par de huevos? ¿Sabíais que Hítler mojaba el pan en la yema y desdeñaba siempre la clara, parte que consideraba como “propia de judíos” (“los huevos alemanes serán perfectos… en dos generaciones lograremos unos huevos cien por cien yema”)? ¿Que durante los días que duró la conferencia de Yalta, Churchill se comió el doble de huevos que Roosevelt y Stalin juntos? ¿Que a Franco le gustaban los huevos fritos con pisto y a Negrín, con patatas fritas? ¿Que poco antes de la caída del muro hubo un desabastecimiento de huevos en el Berlín del Este?

Si queréis saber todo eso y más… Buscadlo en otra parte porque yo de escribir tantas gilichorradas sin gracia sobre el huevo frito ya estoy hasta los ídem.

(Ya puedes votar al post más imbécil e irritante del año... Éste de hoy es el favorito por ahora...)

NOTA: imagen1, Estero de Esparta filosofando, con la escoba en la mano; imagen2, el huevo ario, según Adolf Hitler.