viernes, marzo 28, 2008

no los mires. no los escuches.

Negros cuervos (¡no los mires!), terroríficos murciélagos, gigantescas lechuzas cruzan los cielos, ennegreciéndolos con su fúnebre aleteo. Tapan el sol. No hay luz por donde pasan, pues con ellos traen la más negra noche. (¡no los mires o su negrura vendrá a ti!)

Sus graznidos (¡no los escuches!), sus turbadores graznidos, son impronunciables palabras que evocan el llanto, la desesperanza, la muerte. (¡no los escuches o ya no habrá remedio!)

(¡Busca refugio! Aún estás a tiempo.)

Algunos se descuelgan del grupo y pasan cerca de ti, rozándote con sus repugnantes alas, susurrándote esos feos graznidos en tu cabeza. Te estremeces de terror cuando te tocan. Crees volverte loco cuando te hablan.

(¡Haz algo pronto o ya será tarde!)

¿Es tu conciencia? ¿Son tus genes? ¿son seres a los que les importas?. No sabes quién lo dice, pero intentas seguir su consejo. Miras al cielo. Los monstruos no lo han cubierto por completo. Hay un pequeño claro que aún no han invadido. La luz del sol - la cálida, acogedora, vivificante y clara luz del sol - todavía entra por un luminoso resquicio.

Corres a ponerte bajo sus rayos. Notas el alentador efecto. Dentro del mágico haz, iluminado por los que bien te quieren, apenas se ve ni se oye la espantosa oscuridad que sabes que la rodea.
*** *

(¿Qué haces? ¡No, no los mires, no los escuches...!)

Oh, pero, ¿por qué eres así? ¿por qué no puedes ser como los demás y vivir dentro de esa feliz luz que amortigua el miedo? ¿Por qué cuando crees que de nuevo todo marcha bien, una repulsiva ala negra roza tu cabeza, un funesto graznido resuena en tus oídos, y una execrable bestia rompe el hechizo de luz, y tras ella decenas, cientos, vienen a por ti, y acompañadas de tinieblas y de sus hórridos gritos de demonio, te arañan, te picotean, te hieren, te arrastran, te llevan?

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nota: eran mariposas y pajarinos (15/03/2007).
-imagen: ilustracion de Gustavo Doré para El Cuervo , de Edgar Allan Poe.