Tenía la luz en los ojos. Aunque nunca nadie se lo dijo. Tal vez porque su celestial brillo estaba un poco escondido, justo detrás del velo de su timidez y de su miopía.
Su espíritu era la bondad y la dulzura mismas, pero ella ni siquiera lo sospechó nunca; ¡qué contrasentido!, siempre pensó lo contrario: que era apocada, mezquina, pusilánime..., mala persona. Un alma grande, brillante, hermosa, viéndose a sí misma pequeña, oscurecida y fea...; del mismo modo que percibía al cuerpo que la contenía, también contrahecho y poquita cosa.
Pasó una solitaria vida soñando y padeciendo cuando debió haberla pasado amando e iluminando la de los demás, la de una familia dichosa y buena.
Pero no se produjo la chispa que a la larga irradiase alegría en este sombrío mundo.
Nunca nadie le dijo que tenía la luz en los ojos.

7 comentarios:
Que me dice Flavio Napoleón Schimmweiss,que al autor de estas líneas le hace tilín una hembra...
¿será la primavera?.
Saludos.
A otros directamente nos hacen tilín todas...
Demasiado triste, demasiado hermoso, demasiado real...
Muchas emociones concentradas en un sólo texto...uff...
Besuco
jooooo, Peca, para bonito ese comentario tuyo :)
beso.
acias :)
Me alegra que se haya hecho autobombo, para poder llegar a estos textos maravillosos. Y dicen que por eso es importante decir a las personas todo lo bueno que vemos en ellas...porque si no, su luz, corre el riesgo de apagarse. Besos.
jolín, carlota :)
muuuuuuuuuuchas gracias por leer esas tonteridas mías :)
besazoooooo
Pd.- ¡jeje, hablé un cacho con ñoco!
oigaaa!!! pues a ver cuando habla conmigo, que me voy a poner yo celosa, tan amigos que se van a hacer...
Publicar un comentario