Como deja patente El Quijote, los best-sellers del siglo XVI español son las novelas de caballerías, que eran los libros preferidos por el vulgo (recuérdese que un 80- 85% de la gente no sabía leer por aquel entonces, y muchos escuchaban leer):
(...) cuando es tiempo de la siega, se recogen aquí [en la venta] muchos segadores, y siempre hay alguno que sabe leer, el cual coge uno de estos libros [ de caballerías ]en las manos, y rodeámonos dél más de treinta, y estamos escuchándole con tanto gusto, que nos quita mil canas. (parte primera, cap. XXXII. )
Pero existió también otro tipo de lecturas muy difundidas en aquel entonces, que eran leídas preferentemente por la gente cultivada, que hablaban de amor entre idealizados pastores que tienen mucho más de filósofos y poetas que de rudos hombres dedicados a apacentar el ganado. Eran las novelas pastoriles.
Era un género que había nacido en Italia, pero que tenía antecedentes en la literatura clásica (las Églogas de Virgilio, por ejemplo). De las pastoriles, la novela más importante fue La Diana, de Montemayor (1520-1561), escritor luso en lengua española. En el escrutinio a la librería de don Quijote (cap. VI), leemos:
Y pues comenzamos por La Diana, de Jorge de Montemayor, soy del parecer que no se queme (...), quédese la honra de ser el primero en semejantes libros.
Fue publicada en 1558. Influyó en todos los posteriores escritores de novelas pastoriles, no solo españoles (según leemos en la enciclopedia Encarta, Shakespeare se inspiró en la traducción al inglés del libro de Montemayor para escribir Los Hidalgos de Verona).
Cervantes gustaba mucho del género pastoril, aunque a veces lo ridiculizase en el Quijote. No en vano, su primer libro publicado, La Galatea, es un claro exponente del género.
En un arcádico lugar indeterminado a orillas del Tajo transcurre la acción. Galatea es una pastora hermosísima, compendio de las virtudes que Cervantes atribuye a sus heroínas. Elicio y Erastro son los dos infatigables enamorados que, sin competir entre ellos, la pretenden. Ambos serán una y otra vez rechazados sufriendo los desdenes amorosos de la hermosa Galatea, que prefiere la libre independencia al yugo amoroso.
Elicio es más discreto (inteligente, juicioso) y bien parecido. Erastro es simplón y menos agraciado, aunque la pureza de su idealismo hará de él, como de todos los pastores enamorados en estas novelas, virtuoso poeta.
Damón y Tirsi son dos pastores que bien pasarían por graves filósofos.
La sonrisa la pone el desamorado Lenio; un aguafiestas que combatirá contra el resto de pastores, a veces con razones filosóficas, a veces en un verdadero duelo de versos, las virtudes del amor. Para él todo lo que de amor se deriva es locura y dolor.
Varias novellas se intercalan con la trama principal a modo de tramas secundarias (¿recordáis la del Cautivo en el Quijote, o la de Luscinda, Fernando, Dorotea y Cardenio?, pues de ese modo).
Bellos poemas, inteligentes razones, divertidas historias, pequeños estudios psicológicos sobre el amor, hermosos paisajes bucólicos repletos de color y luz, encontraréis en la Galatea; todo ello merced a la elocuencia del más insigne escritor que vieron los siglos.
=) cuidaos mucho. os deseo lo mejor. sed tan felices como podáis.
NOTAS: imagen, portada de un una edición electrónica de La Galatea.
- enlace al artículo de la wikipedia sobre la Galatea, escrito en su mayor parte por nosotros.
- edición digital íntegra de La Galatea en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
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