Al fin se produjo el durante tantos años deseado encuentro entre la civilización humana y la extraterrestre. Esos seres de los que el mundo no paraba de hablar desde hacía varios años,esas entidades basadas, como nosotros, en el carbono, pero similares a un insecto en su forma y que - al parecer- se reproducían de forma asexual, por escisión, como algunos anélidos terrestres.
Los sabios humanos de todos los campos de la ciencia deseaban empaparse de los adelantos de los saberes extraterrestres, ofreciendo a cambio los no tan deslumbrantes secretos de la humilde humana ciencia que, aunque más adelantada que hoy, no llegaba a la sazón a la extraterrestre ni a las suelas (si suponemos que aquellos seres llevaban suelas). Formaron para ello diversos encuentros entre científicos de las dos especies.
También hubo un filósofo terrestre y su homólogo alienígena que, tras dar y recibir saludos que a ambos les parecieron extrañísimos por lo exótico, conversaron lo siguiente:
(nota: la ciencia humana había logrado desarrollar un traductor simultáneo universal bastante aceptable, aunque en pruebas hechas con viejas grabaciones el aparato se sobrecargaba e incluso llegaba a arder si se le ponía algún discurso de Fraga… Pero en aquella sublime y solemne ocasión, funcionó a la perfección, y a los sibilantes sonidos producidos por el órgano fonador del alienígena, sobreponía instantáneamente una mate y virtual voz humana que decía…)
- Somos una especie que pasó por fases histórico-religiosas parecidas a las vuestras en punto a creencias: comezón religiosa - animismo, politeísmo, monoteísmo, abandono de toda mitología. Vosotros aun estáis a caballo entre las dos últimas fases. Nosotros no tenemos dioses. Nuestra virtud es nuestro dios. En cuanto a la muerte… nuestra ciencia no ha logrado vencerla. Nuestro más insigne sabio estableció en uno de los corolarios de su más importante teoría que era imposible vencer a la muerte. Podemos alargar la vida unos años, nada más. Según aquella teoría, está en la naturaleza del universo. El azar, como sabe, lo gobierna todo (o lo desgobierna, para ser más exactos). La vida es melancolía. En los miembros de mi especie sentirse vivo es sentir… que falta algo. Hay una esperanza de algo misterioso, pero no sabemos de qué. Y eso se traduce en desazón interior, en perenne angustia, en un extraño sentimiento de soledad, aunque se esté rodeado por individuos cercanos. Por eso tratamos de compensar estas impresiones negativas de nuestras inteligencias al percibir el mundo con la hermandad y amistad de todos los seres, promulgada por la filosofía de nuestros más afamados pensadores, y trabajando por que la ciencia continúe desarrollándose por nuevos cauces, descubriendo nuevos mundos como el suyo, estudiando distintas especies y planetas, clasificando así todos los astros y especies de la galaxia.
Cuando terminó el alienígena de producir aquel raro sonido, semejante a los silbos de varias serpientes, y enmudeció también el traductor universal, dijo el humano dando su réplica:
-Bien. En cuanto a nuestra representación del mundo, imagine algo muy parecido a todo eso que acaba de decir pero encima con ganas de pillar a casi todas horas…: ésa es la especie humana.
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