domingo, enero 13, 2008

Lo de Vigo.

Hay algo que me enfada mucho, y son los crímenes como el de anteayer en Vigo; el de aquellos dos adinerados pijos matando, por diversión, a un matrimonio de clase media-baja. Si os fijáis es algo tan viejo como el hombre: el rico haciendo sufrir a los pobres para echar unas risas. Eso se viene haciendo en todas las épocas desde que el mundo es mundo.

El pijo, acorazado en su cochazo, va buscando a su potencial víctima a tropecientos kilómetros por hora, pero casi completamente a salvo pues su vehículo está dotado de los sistemas de seguridad más sofisticados del mercado, que minoran la posibilidad de que resulte herido.

La mayoría de las veces no encuentra esa víctima, al fin y al cabo el choque es aletorio; es como ponerse a disparar un arma con los ojos vendados desde una azotea hacia una plaza apenas concurrida. El 95% de las veces no acertarás en el blanco; el 4% sí, pero no harás heridas mortales, aunque darás un buen susto o dejarás a tus víctimas con importantes secuelas. Lo ocurrido anteayer pertenece a ese el 1% restante: el modesto Citroen AX en el que viajaba la infeliz pareja fue puesto por el azar en el punto de mira, y el asesinato fue consumado a la perfección.

Bueno, son asesinos… para mí. Yo lo tengo claro. Para mí esos tipejos son tan asesinos como un psicópata que mata en serie. “es que fue un accidente, ¡fue completamente fortuito!; ¡cómo van a ser asesinos si ni siquiera conocían a sus víctimas!”, podéis decirme… Pero yo no veo tan improbable el accidente, ni tan fortuito (recordad el símil del tipo de la pistola desde la azotea con los ojos vendados), ni los asesinos en serie suelen conocer a sus víctimas.


Son asesinos, aunque para el Estado no lo sean. Aunque tú, amable lector, quizá no los consideres así tampoco. Aunque duerman felizmente el resto de su vida, con la conciencia bien tranquila, sin saber ni de lejos lo que es el desesperante insomnio. Aunque sus siempre protectores padres les pongan psicólogos durante unas semanas para que no haya la más mínima posibilidad de que se echen una brizna de culpa por lo ocurrido (aunque pijos, egoístas, imbéciles y vanidosos, un resto de conciencia acaso puedan tener, pues semejan ser personas), y puedan decirse siempre felizmente que “fue un accidente”.

Sí, supongo que por eso me enfadan tanto las noticias como esa: un asesinato no castigado por nuestra sociedad, siempre demasiado permisiva con "los malos"(me pregunto cuántas multas tendrían esos dos tontos del tuning por haber competido desde hace tiempo por las calles de una ciudad en carreras ilegales como la de anteanoche … dejadme responderme: seguramente ninguna).

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nota: en la foto puede verse a uno de esos hijos de puta (el niñato de la coleta) que cometieron tan horrible crimen. podéis pinchar para ampliar. Obsérvese la caradura del sujeto.

7 comentarios:

Yayo dijo...

No tienen multas y, de tenerlas, les dolerán los trescientos euros como si a mí me cobran cinco...

Carlota dijo...

Bueno: la intención la había, la de matar...o al menos la de hacer daño, y está claro que una de las consecuencias podía ser la que al final fué: la muerte de unos inocentes...Al niñato no me he molestado en ampliarlo, porque no hace falta...la expresión de maldad, de creerse por encima de todo, se le ve a kilómetros, y me repugna, como para encima ampliarle...igual hasta tiene suerte y se salva, y se echará unas risas con los "amigos", y se chuleará de su hazaña...puede ser. Ojalá no pudiera volver a dormir, ojalá en cuanto cerrara los ojos viera las miradas de ese matrimonio muerto, ojalá...hay muchos ojalás a pronunciar, pero llenaría este espacio. Un abrazo.

Evinchi dijo...

Son asesinos....


Correr a más de 180 por ciudad, por muy desierta que esté la calle, es lo mismo que disparar con una pistola por diversión en un solar...hay una buena probabilidad de terminar haciéndole daño a alguien.

Es un asesinato...lo de premeditado, o no, se lo dejo al señor juez. Deberían cambiar tantas cosas, y tantas leyes.

La pena de todo ésto, es que no se maten esos que se juegan sus vidas, y de rebote la de los que pasan por ahí.

Y no tendrán sentimiento de culpa, porque sus padres, en vez de quitarles el choche, hacerlos ir de voluntarios a cualquier ong y hacerlos conscientes de lo que han hecho, pagarán la multa y santas pascuas.

Que asco. éste país cada vez da más grimita.

Besos. llegué aquí cotilleando desde el blog de carlota.

Anónimo dijo...

En estas ocasiones es cuando desearías que hubiera un "Dexter" rondando por Vigo que acabara con esta impunidad que, como al amigo Imbelecio, es lo que más me jode.

M. Imbelecio Delatorre dijo...

Hola!.

-Yayo, sé a qué te refieres: parece que el Estado sólo aprieta a los de siempre...

-Carlota, gracias por tu aportación. un abrazo para ti también :).

-Evinchi, te digo algo confidencial: Carlota mola muso. Y de Piggy me gustan hasta los andares (bueno, su voz no... ni su vanidad... ni su mal gusto... ni sus hocicos... ni su permanente acoso a la rana Gustavo... en realidad no me gusta nada de Piggy, ¡ni siquiera los andares!)

-Manu: me han hablado muy bien de esa serie. habrá que poner el emule a descargar la primera temporadita (antes de que lo prohíban en Europa bajo pena de tortura, nos metan en la cárcel a los internautas que nos bajamos cosas... y en cambio asesinos al volante , pederastas, y sinvergüenzas de toda calaña campen a sus anchas (relaciónese esto con la respuesta dada a Yayo). Un abrazo.

Carlota dijo...

que molo muso? usted sí que es mi muso!!! ande, zalamero...es que así no hay quien se resista a volver...bueno, la quesada ya está hecha...ya me dirá usted en que Alsa se la mando...los sobaos, no, que se pierden enseguida. Esos tendrá usted que venir a buscarlos, so huraño.

alfonso dijo...

En una sociedad infantilizada, idiotizada, la lista de despropósitos es enorme.
Ahora, con el péndulo en el otro lado, lamentamos lo que sucede... que es lo que ha sucedido siempre. Hay un problema de impunidad que afecta a los de siempre y es que el estado no es mas que un invento para la protección de determnados intereses.
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Me voy tres días y Carlota lo invade todo.