Hugo es su última amistad. También tiene ocho años.
No es la de la edad la única coincidencia. La verdad es que Hugo ha sido hecho a semejanza de Adán. Fijaos: ninguno de los dos tiene hermanos, a ambos les encantan los chococrispis, los dos tienen los cabellos tan rizados que para peinarles sus madres les torturan con tirones en el pelo; los dos juegan a los mismos juegos de la Play…; hasta los dibus favoritos del uno y del otro son los mismos.
Y son tan parecidos que, según cuenta Adán a su madre, cualquiera diría que son gemelos. Sólo se distinguen por el lugar donde tienen la raya del pelo: Adán, en el lado derecho; Hugo en el izquierdo.
Un día se enfadaron. Riñeron mucho. Y sucedió eso que sucede cuando reñimos: dijeron cosas que no tenían que haber dicho. Y todo cambió desde entonces. Adán dijo a Hugo que no quería volver a verlo nunca más, que no quería tener más amigos imaginarios. Hugo le respondió:
-¡Ahí va, qué tonto! Si tú eres mi amigo imaginario, no yo el tuyo. Yo soy real; yo te inventé.
-¡Mentira, mentira! – gritó Adán, algo asustado.
-¿Mentira...? Cuando te inventé, mientras me miraba al espejo, no sabía cómo llamarte… te llamé “Adán” porque eres “nada” al revés.

2 comentarios:
Seguro que, algún día, aparecerá aquel que tiene como amigo imaginario a Hugo.
¿No dicen que todos tenemos un doble en alguna parte?? ¿Tendré que mirar 'detrás del espejo'???
Glup, glup..
jeje =D
beso.
Publicar un comentario