martes, junio 20, 2017

(cuento que no se me ocurrió título)

El glorioso Mitrídates, rey fuerte y magnánimo, tuvo una conversación báquica con cortesanos de su confianza sobre la forma de comer las croquetas. Gustaba el monarca de comerlas con pan, pero argüían los nobles que este era gran error, pues al estar rebozado el suculento manjar de pan rallado, ya llevaban pan, por tanto añadir más era caer en el pleonasmo, minorar el sabor e incluso ofender a las deidades.
Quedó disgustado de este diálogo el poderoso Mitrídates, ventrudo y noble, tenido por puro y justo por nuestro pueblo; y decidió llevar la consulta al oráculo. En la sagrada penumbra, preguntó bajo la llama que quemaba el pingüe aceite del sacrificio:
-Dios de los Diez Ojos y de los Colgantes Campanillos, ¿han de comerse las cloquetas con pan o sin pan?
La respuesta, solemne y profunda, del sacerdote en trance no dejó lugar a la duda:
"Si un rey Seléucida come croquetas con pan, morirá de muerte".
Esto dejó muy apenado y contrito al glorioso rey, de digestiones sólidas e inexorables, pues comer croquetas con pan era uno de sus mayores placeres. Y ya que los dioses no le habían hecho partícipe del espíritu bélico, ni de la afición por el arte o los saberes, ni aun del interés por mejorar la vida de sus súbditos... Privarse de tal manjar hizo que se le cayesen los campanillos al suelo.
Acordose entonces de Holofrestes, sabio a su servicio, que había estudiado en la mismísima Academia de Atenas. "Con que una ínfima parte de los saberes que en aladas palabras profiriera Aristóteles haya resbalado en la calva de Holofrestes y quedado allí en su cabeza cual el capullo mañanero retiene la gota de rocío, ya tenemos un gran sabio"
Esto pensaba el rey, quien hizo llamar al sabio y le expuso el problema con gran severidad.
-comprendo - dijo Holofrestes, de perspicacia afilada cual broncínea espada- quieres, gran rey, que piense en una forma de burlar tan cruel oráculo... Difícil lo veo... Te has acordado de la filosofía después de hablar con los dioses, y no antes... Poco podrá hacerse ahora... Pero déjame pensar el problema...
-gracias, sabio -dijo el rey- te he mandado preparar una docena de las mejores croquetas y un baño, que allí tienes listo.
-¿para qué?
-para que te bañes y se te ocurra la solución, ¿no hacéis eso los sabios?
Pero Holofrestes , como buen siervo de aquella corona, no era dado a baños, cosa que consideraba bárbara y perjudicial para la salud. Prometió ocuparse del tema y se despidió del monarca.
Una semana después volvió, alegráronsele los ojos al rey al ver la calva del sabio. Del cerco de los dientes de Holofrestes, escapáronse estas aladas palabras:
-considera, ¡oh rey de imponentes nalgas y tamañas deposiciones!, estas mis averiguaciones: comete simonía el sacerdote del templo [su nombre no ha trascendido ni llegado a nosotros, aunque Juvenal sí se refiere a él utilizando varios nombres que aplica a su madre, y que no reproduciremos aquí] , pues además de su oficio en pro de los dioses, tiene una empresa con la que provee de bechamel a esta casa real... Entiende, mi rey, entonces que si tú comes las croquetas con pan, consumirás menos bechamel de la que producen los artesanos del sacerdote. Si las comes sin pan, le harás por el contrario más gasto ..
Esto bastó al rey para mandar prender al sacerdote. Éste , lleno de terror, reconoció en el interrogatorio que existía la empresa, pero juró que el oráculo había sido la expresión del deseo del dios, al hacerse bajo el trance de hierbas habitual y con la sagrada aceite del sacrificio.
Nada le salvó de la muerte. Y su fábrica de bechamel pasó al patrimonio real.
Es aquí donde comenzaron las desgracias de nuestro reino, el acoso de los pueblos vecinos, las sequías, el nacimiento de niños deformes... Y la aciaga muerte del gran Mitrídates, rey de carnes blancas y rotundas.
Murió atragantado al comerse un enorme bocadillo de croquetas.
Holofrestes, el más sabio en muchos miles de estadios a la redonda, dijo, tras examinar seriamente el garguero real, que las croquetas eran de pollo.
El nuevo sacerdote no creyó , pues, conveniente sacrificar un gallo a las deidades y degolló un cordero en su lugar.

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