domingo, mayo 23, 2010

el prólogo del Gil Blas.


copio uno de los prólogos más bonitos, el del Gil Blas de Santillana de Alain-René Lesage. Gil Blas es, además, algo paisano, pues es uno de esos habitantes literarios de Oviedo (tiene calle y todo), como los personajes de La Regenta o Tigre Juan.
***

Caminaban juntos y a pie dos estudiantes desde Peñafiel a Salamanca. Sintiéndose cansados y teniendo sed se sentaron junto a una fuente que estaba en el camino. Después de haber descansado y mitigado la sed, observaron por casualidad una piedra que se parecía a una lápida sepulcral. Sobre ella había unas letras medio borradas por el tiempo y por las pisadas del ganado que venía a beber a la fuente. Picóles la curiosidad, y lavando la piedra con agua, pudieron leer estas palabras:

Aquí está enterrada el alma del licenciado Pedro García.

El menor de los estudiantes, que era un poco atolondrado, leyó la inscripción y exclamó riéndose:

- ¡Gracioso disparate! Aquí está enterrada el alma. ¿Pues una alma puede enterrarse? ¡Qué ridículo epitafio!

Diciendo esto se levantó para irse. Su compañero que era más juicioso y reflexivo, dijo para sí:

- Aquí hay misterio, y no me apartaré de este sitio hasta haberlo averiguado.

Dejó partir al otro, y sin perder el tiempo, sacó un cuchillo, y comenzó a socavar la tierra alrededor de la lápida, hasta que logró levantarla. Encontró debajo de ella una bolsa. La abrió, y halló en ella cien ducados con un papel sobre el cual había estas palabras en latín:

"Te declaro por heredero mío a tí, cualquiera que seas, que has tenido ingenio para entender el verdadero sentido de la inscripción. Pero te encargo que uses de este dinero mejor de lo que yo he usado de él."

Alegre el estudiante con este descubrimiento, volvió a poner la lápida como antes estaba, y prosiguió su camino a Salamanca, llevándose el alma del licenciado.

Tú, amigo lector, seas quien fueres, necesariamente te has de parecer a uno de estos dos estudiantes. Si lees mis aventuras sin hacer reflexión a las instrucciones morales que encierran, ningún fruto sacarás de esta lectura; pero si las leyeres con atención, encontrarás en ellas, según el precepto de Horacio, lo útil mezclado con lo agradable.

4 comentarios:

mirada dijo...

Si, siempre ha sido así :-)

M. Imbelecio Delatorre dijo...

hola, Mirada:

el prólogo ese me gusta mucho, sin embargo no creo en el aprovechamiento de la literatura, las enseñanzas prácticas que supuestamente se sustraen de ella, del que se habla desde los clásicos. Para Cervantes también ha de haber ese "aprovechamiento" de lo literario, y el pasatiempo va junto con la moraleja o enseñanza. por eso llama a sus novelas "ejemplares".

No sé... si se acepta todo eso, sería como decir que la gente que lee es mejor persona o más capaz para enfrentarse a la vida que la que no lee... y eso es mucho decir.

Para mí la literatura (y el cine, pues también se hacen desde siempre películas con moraleja y enseñanza) es distracción, evasión. eso es lo único "práctico" que les admito ( ¡¡¡y no es poco!!!).

bueno, no sé si me he explicado bien. ningún libro me va a arreglar en mi vida, ni enseñarme a manejarme con la gente (por ejemplo, o a ser más ligón o triunfar en el trabajo) pero sí me pueden ayudar a distraerme, y a entretener mi mente con su "calorcillo".

gracias por todo. perdón por el rollo. un slaudo.

mirada dijo...

No es necesario que pidas perdón, Imbelecio, para mí cualquiera de las artes alimenta la imaginación, potencia las emociones y con lo cuál me enriquece personalmente :-)
Gracias, un beso.

M. Imbelecio Delatorre dijo...

hola.

antes pensaba como tú. sin embargo no lo veo tan claro desde hace mucho.

gracias por todo.

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