sábado, mayo 08, 2010

el esperma Altés

Todo comenzó cuando me encargaron investigar aquel extraño crimen…

Aquel tipo era un pobre diablo, un solitario don nadie con un monótono trabajo y a quien nadie había de echar de menos. Más al Sur de la Ciudad apareció otra víctima en similares circunstancias.


En el club descubrí a esa pandilla de fanáticos religiosos de la que tanto se hablaba recientemente. En las Ciudades Gemelas se había propagado el disparatado rumor de que había algo mejor muy lejos, más allá de la geografía conocida. Me entrevisté con el dueño del tugurio.


Las religiones dan a los individuos una esperanza falsa que llena el vacío del vivir. Pronto supe cómo habían muerto Penzias y Peabody… Aquel cuento de la infancia que decía que había un lugar maravilloso (el paradisíaco “óvulo” del que hablaban los antiguos) mucho más allá de las Ciudades Gemelas, prendió entre la gente hasta límites insospechados.
Decenas de miles de ciudadanos partían a la carrera cada noche en busca del lugar maravilloso. Y vi allí no sólo a la gente de a pie; individuos del gobierno, policías, caras famosas…: todos creían de repente en cuentos de hadas…
Una noche, una oleada de gente tomó la calle por donde yo pasaba… Fui arrastrado por la estampida. Corrí con ellos. Recuerdo haber pisoteado a alguien, como pisoteados murieron los infelices de Penzias y de Peabody. Y es que yo , de repente y sin poder explicar cómo, también me convertí en seguidor de esa funesta locura colectiva: también vi que era cierto que había ese lugar maravilloso, ese “óvulo” al que los antiguos cantaron poemas. ¡Y corrí, corrí como nadie para conquistarlo…!



Fuimos tan lejos, que no sabría describirles dónde... Dimos con un lugar inhóspito donde nuestra vida no era posible. y un frío terrible nos destrozaba. Nos moríamos sin remedio.

4 comentarios:

Desbrothy dijo...

¿Ciudades gemelas?... jajajajjaajja..
Me intriga saber si están separadas por una simple y sinuosa carretera secundaria o bien por una recta y bien asfaltada autopista....

Lo cierto es que esta entrada la podía haber escrito su hermano gemelo... creo que sabe bien a quién me refiero.

Un saludo.

mirada dijo...

Es muy cuca la historia ...
muy rica.

M. Imbelecio Delatorre dijo...

-¡no hay hermanos gemelos , Desbrozador! Y todas esas historias de que el tipo del espejo me daba de collejas cuando me agachaba a escupir el enjuague bucal son infundadas totalmente. mis reflejos siguen las leyes ópticas como los de cualquier hijo de vecino (al menos mientras me tomo las pastillas...)

-mirada: gracias. pero para cuca y rica, una que yo me sé ;)






(Scarlett Johannson!!!)

mirada dijo...

jajajajaja....