Rara vez se nombra un clásico de nuestra literatura en una película de Hollywood, por sólido que sea. Es más, así de memoria, se cuentan con los dedos de una mano las cintas anglosajonas que pueden recordarse en las que se citen autores o libros de nuestro país (en ese sentido suele ser más reconocida la literatura hispanoamericana en las pelis estadounidenses).
Por ejemplo, de entre los clásicos, en la memorable película de Rouben Mamoulian La Reina Cristina de Suecia, la hermosa Greta Garbo pide al embajador español que le informe si Calderón ha publicado nuevas obras.
De entre las películas más recientes, en la recomendable Ni Un Pelo de Tonto (Robert Benton, 1996), el personaje que hace de hijo de Paul Newman es profesor de literatura española, y hace alguna alusión al Quijote. En Quiz Show (1994), del siempre interesante Robert Redford, el padre de Ralph Fiennes también es profesor universitario de literatura española, y veremos sutiles referencias a Cervantes. Pero, hasta ahí, para de contar. Salvo las adaptaciones yanquis de la inmortal obra de Cervantes (la adaptación cinematográfica del musical de BroadwayEl Hombre de la Mancha, dirigida por Arthur Hiller, con Peter O´Toole haciendo de don Quijote y Sofía Loren de Dulcinea; o aquel extraño e inconcluso experimento cinematográfico, el Quijote de Welles), nada más de literatura española en películas norteamericanas.
Ahora bien... y eso, ¿por qué es así? ¿Qué tienen que envidiar muchos de nuestros escritores a otros extranjeros que sí son nombrados en muchas películas? ¿Por qué nuestros autores son completamente desconocidos para los espectadores angloparlantes? ¿Por qué el Hugh Grant de turno siempre tratará de engatusarse a una intelectual Güini Palzrou o a una espiritual Zellegüeger con el guiño a una de las hermanas Brontë, o a Flaubert, y no, qué sé yo, a Bécquer o a la Böhl de Faber?
La razón más importante es más que evidente: la barrera idiomática (lógicamente, mucho más cercano le queda a un tipo de Pensilvania un soneto de Shakespeare que uno de Quevedo, igual que a mí me queda más cerca Rubén Darío que Coleridge).
Pero esa barrera sería vencida en cierta medida por la universalidad de los autores: así vemos que a pesar haber sido escritores en idiomas distintos a los del de Stratford-upon-Avon, sí son citados en el cine hollywoodiense los más grandes autores de otras naciones: Goethe, Tolstoi, Dostoievsky, Dante, Balzac, Victor Hugo...
A poco que te guste leer te das cuenta de la grandeza de La Regenta de Clarín, comparable a todas luces a las más importantes novelas de narrativa del XIX. Y sin embargo es casi absolutamente desconocida fuera de nuestro país (en ese enlace tenéis una reseña a la traducción alemana de 1991). Lo mismo ocurre con el resto de nuestros más insignes escritores. Y es que esa puede ser la clave: es un hecho que la literatura española está muy infravalorada fuera de los países de habla hispana, especialmente en el mundo anglosajón: apenas conocen el Quijote y nada más. A decir verdad nuestros clásicos, tristemente, y por sublimes que sean, no traspasan la barrera idiomática, los lectores que tienen en otras lenguas son minoritarios. (Quizá esto sea así porque todo lo hispano se sigue viendo entre los países más avanzados como algo atrasado, cutrillo, pintoresco si se quiere, pero nada más; y nuestra influencia científica y técnica, como se sabe, deja mucho que desear)
Otra razón no desdeñable para que nuestros escritores sean tan absolutamente desconocidos fuera del mundo hispano es un poco la pescadilla que se muerde la cola: en efecto, vivimos en una sociedad en que la imagen ejerce un poder mucho mayor sobre la mayoría de nosotros que la palabra...: si uno de los mayores exponentes de la imagen y la estética de hoy día, las películas de Hollywood, con las que -más o menos- todos nos alimentamos, nunca citan libros ni autores españoles, nadie va a sentir el gusanillo de preguntarse por ellos...
Y la última causa que se me ocurre sobre el tema es que nosotros mismos (el común lector) tendemos a despreciar lo de aquí y exaltar lo de afuera, en muchos casos sin más criterio que ese mismo: lospañol, por serlo, es peor. Si nosotros hacemos eso, para qué extrañarnos de que lo hagan los del otro lado del Atlántico que nos alimentan con su cine.
Pd.- Como al final la guerra cultural es una guerra de imágenes más que de palabras, la tienen los yanquis ganada desde hace un siglo. Una próxima escaramuza hará, sin embargo, que resuenen nombres de nuestra cultura literaria en los oídos de los espectadores de todo el mundo: en Septiembre llega la mayor superproducción del cine español desde que dejó de hacerlas el Bronston (que, bueno, las producciones del viejo Samuel no eran españolas propiamente dichas, aunque sí tenían mucho de aquí). Ya llega Alatriste. Pérez-Reverte, que ya la ha visto, dice que habrá un antes y un después en nuestro cine tras el estreno de la cinta de Díaz-Yanes. Soy escéptico, pero, por una vez, que así sea.
nota: imagen1, portada de una edición de La Regenta de Clarín, imagen2, cartel alemán de la superproducción de Bronston El Cid (Anthony Mann, 1961) (pinchar para ampliar)
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4 comentarios:
Para comenzar: no se leen muchos de los autores latinoamericanos en inglés. Y es como el dicho: ojos que no ven, corazón que no siente.
¡Ellos se lo pierden, don Víctor!. Muchas gracias por su comentario. Es un honor para mí que haya leído mi post alguien que ha dedicado su vida a los libros.
¡Una sonrisa para Orlando en la Florida! ¡le deseo lo mejor!
En "The Equalizer" se hace referencia al Quijote... y no es una pelicula de accion
Ayer en "Dos hombres y medio" nombraron a Espronceda ,Becquer y alguno mas, no es una serie nada intelectual y la verdad que me llamo bastante la atención que los nombraran.
Habrá que repasar "Lost" en la que Sawyer se pasa leyendo toda la serie no recuerdo si hay algún autor español entre lo que lee.
En "Orange is the new black" también hay mucha literatura aunque lo que mas nombran es a Harry Potter.
Tal vez deberías de mirar mas las series americanas que las películas.
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