Isaías Bleddell fue un triste verdulero en la pequeña ciudad de Bünde, en la Renania septentrional, en la segunda mitad del siglo XIX. Su hermano David era onomatopeyista en la universidad de Innsbruck (en el Tirol austriaco). A David Bleddell se deben por ejemplo la introducción en la lengua de Goethe de las voces del gallo (kickeriki), del palomo (guru, guru), la vaca (mmuuh) y, la más complicada, que le llevó los diez últimos años de su vida (y hubo de terminar un alumno suyo), la oveja (bähh, bähh).
Un día, el humilde Isaías tiene lo que a la larga sería una trascendental conversación con su hermano (que era también renano, aunque más alto que él):
-Oye, David… tú que tanto sabes y te pasas la vida entre libros… ¿cómo se llamaba aquel griego?
-¿qué griego?
-ya sabes… aquel tipo tan sabio…, el que se bañaba en baños públicos con coronas de oro falsas y salía por ahí desnudo dando voces.
-Ah – sonrisa paternal, aunque eran hermanos – creo que te refieres a Arquímedes.
-¿Eh? Sí… sí, Arquímedes… Arquímedes, ¿pero cómo se llama lo otro?
-¿lo otro, qué otro? – sonrisa, ahora sí, fraternal.
-lo que gritó saltando de la bañera.
-¡Ah, ya! ¡“Eureka”! que significa, “lo conseguí”, “lo tengo”.
-Eso, eso… a ti hay que sacarte la información con sacacorchos: sabes mucho, pero no sueltas prenda… Es que me han regalado un perro y quiero llamarlo así, “Eureka”, y no me acordaba del palabro…
Un 25 de noviembre de 1875 (o sea, “el”, “el 25 de noviembre de 1875”, porque no hubo varios 25 de noviembre de 1875 para decir “un”...), pues eso, el 25 de noviembre de 1875, Isaías Bleddel llamó a su perro para sacarlo a pasear, y se cuenta que justo entonces, al decir el nombre del chucho, puso en su mente el broche, la guinda a una teoría que venía desarrollando en su cabeza desde hacía años y de la que nunca había dicho nada a nadie.
Como se sabe, en aquella época Bismarck había puesto de moda en Alemania las camisetas imperio. A Bleddell no le gustaba seguir modas, así que usó durante toda su vida camisetas normales, de las largas, las antiguas, las que abrigan bien, las que tenían mangas y todo. Un día descubre que tiene una pequeña hilacha debajo un botón del cuello. Comenzó a tirar y a tirar y, tras sacar un par de metros, a pesar de que el hilo provenía del mismo botón, observó con sorpresa que éste no se desprendía. También constató que la camisa tampoco se descosía lo más mínimo por más hilo que sacase. El remate trasero del botón contenía infinita cantidad de hilo.
Ahora bien, si esto era así, ¿por qué había tantos botones en tantas camisas que se descosían? ¿por qué la gente andaba por ahí con desgarrones en las camisas, ocultos (eso sí) bajo la levita o el abrigo? Todo esto le atormentó durante mucho tiempo. La respuesta, uno de los planteamientos teóricos más originales de la historia de la cinvergüencia, la imaginó aquel día en que llamó a Eureka para sacarlo a pasear: en un armario cerrado hay 2 camisas; una es una camiseta imperio, la otra una camisa normal. Si apagamos la luz del cuarto y, completamente a oscuras, nos ponemos una de las camisas, suponiendo que no nos la pongamos al revés, y ponemos encima la chaqueta, al encender la luz la camiseta imperio tenderá a comportarse como una camisa normal. O, lo que es lo mismo, la masa de los botones (recuérdese que en la camiseta imperio no hay botones) es igual a cero en la camisa normal. Por eso podemos tirar del hilo por detrás del botón tanto como queramos sin que se desprenda. Las camisas son duales: si tienen rotos y descosidos, se comportan como una camisa normal; si no los tienen, como una camiseta imperio. Isaías Bleddel había descubierto la dualidad camisa imperio-camisa normal.
El descubrimiento de Bleddel no fue comprendido en su tiempo (de hecho hoy día aún se considera una gilipollez), y, de tanto pensar insolubles paradojas, Isaías acabó sus días en una habitación acolchada del Hospital de Düsseldorf, con una camisa que se ataba por atrás y que no era ni normal, ni imperio.
*********
nota: imagen, camisa original de Isaías Bleddel.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¡Qué delirio! Siempre pensé que la camisita imperio había sido diseñada para lucir pelambre sobaquera. No sé si estoy preparado para tu blog. Demasiado peligroso.
¡eh, yo te conozco, ya he estado en tu tronchante blog antes! eres del club de sintagma.
:) gracias por la visita y el comentario.
Publicar un comentario