(based upon an old joke by Eloy Arenas)
Ocurrió que una vez José Stalin , tras volver de aliviar sus necesidades fisiológicas, se llevó los dedos a la punta del bigote en gesto pensativo que suelen usar las personas dotadas de apéndice bigotil, y he ahí que como no había sido todo lo escrupuloso que debiera en el ejercicio del lavado de manos, dejó una mota de mierda en su bigote.
Molesto por el olor que le atormentaba y del que no sabía el origen, abrió la ventana en busca de aire fresco, y al ver que el exterior olía exactamente como el ambiente del interior de la casa, dijo: "¡¡Grrr, Rusia está podrida, yo le daré el cambio que necesita!!".
Y ascendió al poder e hizo lo que hizo.
Lo asombroso es que a otro dictador, Adolfo Hitler, le ocurrió cosa parecida... También las prisas en el retrete, la motita en el bigote al rascarse más tarde pensativo, el penetrante olor a heces... Abrió la ventana y dijo : "¡Maldita sea, Alemania está podrida, yo le daré el cambio que necesita!!".
Ya sabemos lo que vino luego.
Y, aunque parezca increíble, cuentan que a un tercer dictador le sucedió lo mismo. Franco, con la brizna de mierda en el bigote, abrió la ventana de su despacho de El Pardo y dijo:
-¡Ah, y van treinta años de tranquilidad...!, ¿qué hay para comer, Carmen?
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