Soñé que era de nuevo niño y los dIRE sTRAITS sonaban otra vez en la radio, los del Equipo-A daban su merecido a los malos, el señor de Tulipán bajaba de su helicóptero para visitar a los niños españoles en el recreo, el de Schweppes se descolgaba por balcones para refrescar a mujeres bonitas, Paul Newman afirmaba en la tele que podía comerse cincuenta huevos, los niños de mi pueblo jugábamos a “la machorra” (juego similar al béisbol pero con 2 bases en vez de 4 y en vez de pelotas usábamos palos cortos)… De nuevo estaba en la infancia, y las posibilidades de futuro se abrían entonces como un arco iris infinito. Eran tantas que ni siquiera merecía la pena pararse a pensar en ello.
Pero algo se quebraba entonces en mi sueño.
Un pequeño error que se repetía a sí mismo, multiplicándose, como el bucle de un programa informático. Un virus se autorreplicaba contaminándolo todo con su ARN maligno.
-vamos, sabes que tienes que crecer – dijo de repente una terrorífica voz.
-Tienes que desear – profirió otra (quizá la misma).
-Sí, tienes que ser infeliz para siempre– dijo una tercera en el mismo tono inexorable.
-Tienes ver morir a los tuyos y morir tú finalmente. – dijo una cuarta, dejando un lúgubre eco que no acababa de repetirse.
Y yo protesté, y lloré y quise gritar para conjurar el mal…
Y desperté finalmente.
Pero algo salió mal porque no desperté de mi pesadilla ¡SINO DE MI SUEÑO!.
No volví al instante en que creí que estaba. Supongo que por eso decidí escribir estas palabras.