Compró el sultán una alfombra mágica para que se divirtieran sus cincuenta y siete mujeres, que amenazaban divorcio por lo aburridas que las tenía.
Mucho se alegraron con la noticia; pero en cuanto trajeron la alfombra se dieron cuenta de que no funcionaba. Se subían encima, y nada. No volaba. Ni siquiera flotaba un poquito. “Pues el mercader aquel me dijo que era mágica”, se disculpaba el jeque ante el mosqueo de las esposas.
Se pusieron a leer el libro de instrucciones, pero ocurrió lo de siempre: venía en todos los idiomas salvo en árabe medieval.
-¡Ya lo tengo!: probadla cada una de vosotras por separado, a lo mejor sólo vale para una, como el zapato de Cenicienta… - Dijo, muy ocurrente, el sultán, que se sabía al dedillo cuentos para niños y soñaba con protagonizar uno algún día, aunque no fuese más que una boba gilichorrada.
Iba a añadir que, también como en La Cenicienta, se casaría con la que consiguiera que la alfombra funcionase, pero calló porque se dio cuenta de la tontería: ya estaba casado con todas.
Entre risas, la fueron probando todas las mujeres. Se subían encima, se agarraban a los flecos, cerraban los ojos… y nada. Al parecer aquella alfombra no tenía más poderes mágicos que la que tenéis en el salón de vuestra casa.
Las cincuenta y siete mujeres estuvieron un promedio de 3 días, cuatro horas y veintisiete minutos sin hablar al sultán, del cabreo que pillaron por aquella tomadura de pelo.
Hubo una mujer, sin embargo, que se alegró mucho con aquella alfombra… aunque no estaba casada con el sultán. Era la señora de la limpieza. Y es que la “alfombra mágica” era de esas que anuncian las teletiendas y que no hace falta pasarles la aspiradora porque no crían pelusas ni nada, y se limpian la mar de bien.
-Ah, qué sultán más considerado – se decía –; y esas tontas, que tienen de todo, que no les falta de nada, siempre están de morros con él… ¡quién fuera su esposa número cincuenta y ocho!
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4 comentarios:
La alfombra no funcionaba porque a las 57 esposas les faltaba mucha imaginación, y sin eso, imposible volar. En cuanto al Sultán, entiendo su protesta, más teniendo en cuenta que a mí jamás se me ocurriría llamar a uno de mis perros así, ni siquiera Trotsky. Nada como Camilo José. Por supuesto la mayor beneficiada, la señora de la limpieza, que de haberle echado unos cuantos polvos a la alfombra, seguro que la hubiera hecho volar, y nada mejor para eso que ella ;). Un besuco, me encanta que nos haga reir.
Estoy con Carlota, además seguramente no funcionaba porque tenía puesto el seguro o algo que estas alfombras de ahora no son como las de antes oiga.
Un besuco :)
¿Porqué todas las criadas entradas en años están enamoradas platónicamente del dueño de la casa? ¿Qué las dan que las atontolinan?
La alfombra no funcionaba porque a las 57 esposas les faltaba mucha imaginación, y sin eso, imposible volar. En cuanto al Sultán, entiendo su protesta, más teniendo en cuenta que a mí jamás se me ocurriría llamar a uno de mis perros así, ni siquiera Trotsky. Nada como Camilo José. Por supuesto la mayor beneficiada, la señora de la limpieza, que de haberle echado unos cuantos polvos en la alfombra, seguro que la hubiera hecho volar, y nada mejor para eso que ella ;). Un besuco, me encanta que nos haga reir.
YA LO SE, PARECE QUE HE COPIADO A CARLOTA. lo reconozco, pero al menos he cambiado una preposición para que todo tenga sentido.
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