domingo, diciembre 09, 2007
Dos Historias de Casadas (1887)
Si suele decirse que los libros están vivos porque nos hablan, porque hablan al mundo, también podrá afirmarse que hay unos libros más "vivos" que otros. Fortunata y Jacinta es uno de los libros más llenos de vida que jamás se han escrito. Tan vivo que me parece que al abrir sus páginas, palpita. Sólo otras dos extensas novelas -El Quijote y La Regenta- tienen esa luz, esa misma frescura y esa misma vida.
No, no busquéis estulto chovinismo en el hecho de que haya nombrado tres libros españoles. No, no los glorifico por ser españoles, sino por ser tan rematadamente buenos. (muy españoles son también los toros, la Liga, la telemierda nacional, el oscurantismo católico y la corrupción política sistemática… y jamás me oiréis alabar tales prendas nacionales, que otros sí alaban y glorifican). Digo que no hay rastro del tonto engreimiento de lo de aquí respecto a lo de afuera cuando digo que Galdós mola mucho; esto es así simplemente…¡Porque Galdós mola mucho!.
Si los lectores españoles hiciésemos más a menudo el minúsculo esfuerzo –que consiste en hacer algo nuevo, romper las modas, lo cotidiano- que supone leer algo de aquí escrito en otra época, otro gallo nos cantaría: desde más adaptaciones cinematográficas de nuestros clásicos (que supondrían, a su vez, y si están bien hechas, nuevos lectores), hasta una mejor valoración en todo el mundo de los grandes autores –aunque minusvalorados por nosotros mismos- que hay aquí.
Fortunata y Jacinta es un retrato del Madrid de la época. Mejor dicho, de los dos Madrides, el burgués y el humilde, porque, como decía Larra, “hay más puntos de contacto entre una reunión de buen tono de Madrid y otra de Londres o París, que entre un habitante de un cuarto principal de la calle del Príncipe y otro de un cuarto bajo del Avapiés, sin embargo de ser estos dos españoles y madrileños.”
Pero, más allá de ver maravillosamente retratada en palabras una ciudad (y abordar el "problema social" que en ella había), de fotografiar una época, una sociedad, una amplia galería de personajes…, la extensa novela es el retrato de dos mujeres. Dos mujeres a quienes las circunstancias (en forma de sinvergüenza marido mujeriego) colocan como rivales… siendo las dos víctimas que comparten el mismo pesar y que, desde la distancia, llegan a admirarse la una a la otra.
Un libro para ser leído y releído, cuyas páginas palpitan, laten y se estremecen. ¡Está vivo!. Un clásico tan sólido que podemos anteponer sin el más mínimo rubor a Tolstoi, a Dickens, a Balzac…
Una nota más: a Galdós podéis verlo reflejado en dos personajes: en el gentleman Manuel Moreno Isla encontraréis su moderna, laica y cosmopolita visión del mundo; en Maximiliano Rubín, la proverbial timidez de don Benito y los terribles dolores de cabeza que padecía el escritor canario.
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6 comentarios:
Toda una lección. Si señor.
Soy fan total de Galdós.
hola!
-muchas gracias por tus cumplidos, ñoco.
-yo también, sintagma :).
Estupenda descripción de la novela. La sentí tal cual la describes. La re-leo de vez en cuando para recordarme algunas realidades que es mejor no olvidar.
Ay Larra! Que cierto el comentario. Sigue siendo igual juraría yo, aunque no es un opinión imparcial.
hola, María!!!
muuuuchas gracias. a mí también me encanta releer!!!
tienes un blog de P.M.
beso
La biblioteca de mis padres aumentó cuando murió mi abuelo paterno...y llegaron joyas auténticas, entre ellas varias de las obras de Galdós...fué un enganche increíble...terminaba una y comenzaba con otra...creo que no he vuelto a releer ninguna, pero ahora, recordándolo, me dan muchas ganas...Un abrazo.
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