viernes, julio 13, 2007

origen de expresiones famosas: "¡Mardulio, las ubres!

En tiempos de Justiniano hubo en el ejército bizantino un soldado ilirio llamado Mardulio. Cuentan que Mardulio tenía gran habilidad para la música, así que el mismo Belisario en persona le nombró gaitero del regimiento.

Hoy día no apreciamos la importancia que los gaiteros tenían en los ejércitos del Imperio Romano de Oriente. En una época en la que -según nos cuentan los cronistas de entonces- aún no se había inventado la escritura y se hablaba bajito, la gaita era la única forma de comunicación para dar y recibir órdenes que coordinasen eficazmente a todo un ejército. Eso o pegar voces. Pero no era de recibo ponerse a pegar voces en medio de una batalla.

A mediados del siglo V hubo una gran escasez de cabras en Constantinopla. Un flautista se las había llevado todas (esas cosas pasaban en otras épocas). Ocurrió que, pocos días antes de una batalla, a Mardulio se le rompió la gaita, y como la cabra es la principal materia prima para fabricar el fuelle de la gaita, tenía un problema. Súpolo Belisario y llamó a Mardulio:

-Mardulio, consigue una gaita.
-No tenemos cabras, mi general... ¿no le valdría que usásemos una flauta?
-¡ni hablar: en mi ejército no quiero cursiladas...! Además tocar la flauta puede ser perigloso: sin querer podemos llegar a formar una fila de cabras que... ¡Consigue una gaita!.

Al bueno de Mardulio, a pesar de darle muchas vueltas al problema en la cabeza, comer alimentos para despertar el pensamiento, bañarse con una corona de aleación oro-fraude en un baño público gritando "¡eureka, eureka!", no se le ocurría nada; ¿cómo hacer una gaita sin cabras?


Finalmente llegó el día de la batalla...

Mardulio apareció con su gaita: se le había ocurrido usar unas ubres de vaca como sustitutivas del odre cabruno... y no sonaba mal la creación. Para salir al paso de la batalla de aquel día, no estuvo mal el invento, no. Empataron y todo. Y eso que en la la batalla los romanos de oriente eran el ejército visitante.

El problema vino cuando Mardulio, que era un tipo muy solitario, se aficionó demasiado a las ubres... y en vez de soplar por el tubo de soplar, solía estar siempre chupando de una de las tetas, que quedaban en la parte de abajo del instrumento.

La gente se burlaba. Cuando le veían en aquella actitud, decían maliciosamente: "¡Mardulio, las ubres!". Él siempre procuraba dar respuestas técnicas que acallaran las burlas: "Es que estoy afinando la gaita..."; "Da los tonos muy bajos y tengo que regular la tercera ubre"; "Es el tema multitímbrico que está desenfoscado..."; "Se había atascado con saliva y no llegaba al agudo de Justiniano y cierra Constantinopla, que son las nueve y cuarto....

Pero la gente sabía muy bien que Mardulio no se comía una rosca y por eso le pegaba esos largos chupetones a las ubres. Por eso hoy usamos la expresión "¡Mardulio, las ubres!" para dar a entender, los viernes 13 de julio, que no tenemos ni puñetera idea de qué estupidez escribir en nuestro blog.

2 comentarios:

Sintagma in Blue dijo...

Quien no llora, no mama.

M. Imbelecio Delatorre dijo...

algunos lloramos demasiado y, aunque somos unos mamones (o quizá por eso mismo), en realidad no mamamos nada...

Un asludo

(ops, eso era de un post anterior)