NO ES ASUNTO BERBIQUÍ
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Por Orfelia Juárez.
(artículo sonsacado del
Dominical del 30/01/2017, revista semanal publicada con El Ojo de
Guanajuato)
Las vidas conyugales de
millares de mexicanos pueden estar en entredicho. Un problema
silencioso y subjuntivo pone a los matrimonios de nuestra nación
ante un amargo problema que nomás hoy comienza a ser comprendido en
su completitud.
“No podemos amarnos
físicamente”
Mariana C. (nombre
supuesto) vive con su marido y sus tres hijos chicos en el
Barrioalegre de la capital del Estado. Es auxiliar de vuelo de 37
años de una importante aerolínea. Su esposo Álvaro Medina (nombre
igualmente falsificado) , de 42, es jefe de ventas de una famosa
marca de televisores. Puede decirse que son de clase alta. Y sin
embargo su vida conyugal se ve amenazada por un problema chabacano y
terrible que afecta al 15% de las parejas mexicanas.
“Empezamos a darnos
cuenta del problema, al poco de enamorarnos. Pero ha sido con la
llegada de los niños con lo que hemos dejado de mantener relaciones
amorosas, por reparo. No podemos amarnos físicamente.”, explica
Mariana.
El problema del que nos
habla el matrimonio Medina, es el desdichado VOI ( de las siglas
Ventoseo Orgásmico Involuntario), y que afecta según estimaciones,
a un 15% de los varones adultos mexicanos. “Consiste -nos explica
Julio Fuensales, especialista en proctología y sexología de la
UNAM- en violentos movimientos espasmódicos en la zona perianal al
producirse la eyaculación que implican la deliberación parcial del
esfínter y la salida del gas en un proceso arrebatado y ruidoso,
desagradable”. “es un problema venial – nos sigue explicando el
doctor – desde el punto de vista somático, pero que implica
alteraciones en la psique de la pareja, al alejar el romanticismo y
convertir la relación amorosa en algo vergonzoso y proscrito”
“La violencia sonora
no es connatural al amor”.
“Conocemos testimonios
de mujeres que han renunciado a las relaciones amorosas al
encontrarse la primera vez con una estampida orgásmica (como
llamó al VOI Segismundo Froid), y no han conseguido superar al miedo
al varón”, nos explica el doctor Fuensales; aunque en el caso de
Mariana y Álvaro es por los niños: “el mayor de nuestros chamacos
tiene ya 8 años, y no podemos mantener relaciones sexuales
estruendosas , pues nos oirían y podríamos causarles un trauma”
La respuesta hay que
buscarla en el DNA que fue legado por los españoles. Se sabe que
nuestros vecinos del Norte no padecen este problema; y sí en otros
países de habla hispana, aunque las autoridades minoricen e incluso
silencien el problema. Dos genes, el ped-0 y el ped-1 parecen
implicados en la descarga de neurotransmisores que provoca el
espasmo. Se da la casualidad que quienes expresan el ped-0 suelen ser
personas además que tiene procesos digestivos más complicados y que
les llevan a acumular gases, lo que es un coadyuvante en el
problema.
Acompañamos a Álvaro
mientras es monitorizado con un farragoso aparataje que mide su
actividad sexual, y que le ha sido impuesto por el doctor Fuensales ,
para datar la magnitud del problema. En el Hospital General de México
pide que se introduzca en una pequeña sala y realice una
masturbación. Desde la sala de espera somos testigos de la magnitud
del problema. A los quince minutos de dejar a Álvaro en sus labores
autogesticulantes, escuchamos la tremenda estampida que nos hace
sorprendernos e involuntariamente hacernos unas persignaciones.
Varias personas que hay a nuestro lado, y que no saben de qué viene
el ruido, exclaman con júbilo: “¡Viva el Cinco de Mayo!” o
“¡Puebla no se rinde!”
Difícil Solución.
Las más modernas técnicas
médicas no logran dar con el tratamiento adecuado a tan proceloso
problema. La efectividad de las mismas también está puesta en
entredicho:
“la cirugía no es
aconsejable – nos explica el doctor Fuensales-; en los años
setenta se intentaron operaciones que instalaban un puerto de escape
artificial, similar a la salida de gases de un cohete convencional.
Pero resultó el remedio peor que el propio mal.”
“ Otra opción –
prosigue el doctor- pasa simplemente por taponar el ánodo del varón
antes de mantener el coito. Pero esta opción ni siquiera la
consideramos los médicos, pues los mexicanos tenemos pundonor y
hombría. Es nuestra forma de ser.”
“ Una tercera opción es
reducir drásticamente la ingesta de verduras, frejoles y sodas
durante horas antes al acto amoroso. La cantidad acumulada de gas
sería menor y mayor por tanto la probabilidad de que la estampida se
vea reducida a una mera anécdota”.
“Sea como fuere, es un
problema serio, no es un problema berbiquí” sentencia finalmente
el doctor.
Alvarito (nombre
presupuesto) , de 8 años, es el mayor de los niños del matrimonio
Medina. En su habitación hay colgados dibujos infantiles. Varios de
ellos representan explosiones y monstruos. Alvarito micciona su cama
casi cada noche, según nos ha contado él mismo, con cara contrita.