sábado, enero 22, 2011

Mujeres Androide a Mitad de Precio

En el escaparate dinámico de la tienda de tecnología y componentes HUTCHINSON & HIJO rezaba, en gigantescos caracteres, sobre las sugerentes imágenes de una sonriente modelo rubia que se mesaba una y otra vez su reluciente cabello, el cartel: "CÓNYUGES ANDROIDE A MITAD DE PRECIO".

El viejo Isaías paseaba distraído. Pero cuando estaba a tan solo unos metros de la tienda, su multicom recibió el reclamo, y reprodujo la sensual y susurrante (aunque de ecos sintéticos) voz de mujer: "Isaías B. , no estés más tiempo solo. Me llamo Àngela .Ámame. amémonos por siempre. Vivamos en una eterna felicidad. Financiación a tu medida. ¡Ahora a mitad de precio!. Con toda la garantía Belcom".

Si le hubieran dicho que el Partido de las Tres Religiones controlaba de nuevo la Cámara Mundial, don Isaías no se hubiera mostrado tan cabreado.

Entró en la tienda malhumorado, apartando con su bastón los hologramas de bienvenida, y se dirigió rápidamente al mostrador. Un joven vendedor atendía a un matrimonio de treintañeros; les hablaba de las maravillas de la última gama de niñeras androide.

-¿Dónde está el viejo Hutchinson? – vociferó el anciano, dando unos golpecitos con el bastón en el mostrador de caoba simulada.

-Ahora mismo le atiendo, señor. Por favor, espere cinco minutos. – y el joven vendedor le dirigió una calculada sonrisa.

-¡Grrr, maldito embaucador! ¡Ismael Hutchinson, sal ahora mismo! – gritó otra vez el anciano

-Discúlpenme, vuelvo en un momento – dijo el joven vendedor afablemente al matrimonio, quienes algo suspicaces observaban al anciano – lean esto mientras regreso – y les dio un homeotríptico en el que se leía: “Su bebé cuidado las 24 horas gracias a Katia, la nueva niñera de Belcom. Actualícela en unos años y conviértala en institutriz de primera enseñanza. Homologada por la ONU. Con toda la garantía Belcom”.

-Buenos días, señor, ¿Qué quería? - la misma sonrisa ensayada ante el espejo cientos de veces.

-Soy Isaías Bleddel. Busco al viejo Hutchinson, que me vendió una mujer androide hace una semana, ¿dónde está ese bergante?.

La sonrisa del joven desapareció y dijo seria pero amablemente:

-Haga usted el favor de no hablar así de mi padre. No puede atenderle en este momento. Está en Cuba. Clínica Montecristo. Ha ido a ponerse un corazón nuevo. Le dio un infarto la semana pasada y...

-Emmm . ¡Ah, cuánto lo siento…! , ¿por qué no lo habían previsto en su chequeo bimensual?
-Mi padre sigue los preceptos trirreligiosos al pie de la letra… Ya sabe…
-Emmm, sí, ya veo, es de la vieja escuela… Bueno, espero que se mejore… Yo…
-Soy Samuel Hutchinson. – el vendedor le ofreció la mano, que Isaías estrechó –. Puede llamarme Sam. Ahora dígame cuál es el problema.

El viejo volvió en parte a su vehemencia primera, y dijo:

-Pues verá, su padre de usted me vendió la semana pasada un cónyuge androide…

Sam Hutchinson supo por dónde iban los tiros. Sin poseer ningún tipo de habilidad precognitiva vio venir el marrón, como suele decirse. Interrumpió a su interlocutor, para ganar tiempo:

-¿macho o hembra?
-¡Hembra!.
-Entiendo...,¿Una Karen, una Ángela, una Katie, una Isabel?
-Una Ángela…
-Oh, ya veo…, ¿La Ángela 852i?
-Sí, la versión romántica.
-Oh, sí, entiendo… - el marrón crecía de tamaño - ¿Tiene algún problema técnico? Ya sabe que la garantía son 12 meses…
-No, ningún problema técnico por ahora…
-¿Su organismo rechaza las píldoras dopamínicas? A veces la gente de cierta edad tiene problemas, o tiene que tomarse doble dosis del complejo para conseguir…
-No, de hecho ya estoy bastante enamorado de mi adquisición, a pesar de que sólo me he tomado dos píldoras. Supongo que soy bastante romántico ¿sabe usted?.
-Bueno, pues dígame, don Isaías, ¿qué le trae por aquí? – preguntó Hutchinson hijo, aunque sabía perfectamente cuál era el motivo de la visita.
-La semana pasada, el martes para ser exactos, le compré a su padre una Ángela 852i – versión romántica, por 99.995 eurodólares - pago financiado a 5 años-, y hoy me encuentro con que en el escaparate el mismo modelo me pide en mi multicom que la compre por 49.990, esto es, ¡por la mitad de precio!
-Oh… ya veo… me hago cargo que…

El vendedor se había quedado sin sonrisa y sin palabras.

-Como comprenderá, como no se me compense y se arregle todo esto inmediatamente, les meto un puro a su padre de usted y a usted mismo que…
-Oh, vamos, un poco de calma. Seguro que podemos llegar a una solución. En este mundo todo tiene arreglo salvo la muerte definitiva…
-…Cualquier insta-juez me daría la razón. Y ustedes, además de devolverme el dinero que me han estafado, tendrían que pagar las costas del insta-juicio, y tres puntos de calidad se restarían automáticamente de ese flamante “92.2” que luce junto al letrero de su tienda. Quedaría por debajo de 90, y pasaría a ser una tienda de calidad media.
-Oh… me hago cargo… hablemos…

Sam Hutchinson sabía que don Isaías tenía toda la razón del mundo. Un insta-juez tardaría tan solo 5.7 milisegundos en sentenciar a favor del cliente, una vez expuestos los argumentos a través de sus respectivos multicom; no cabía la mentira. Nadie podía engañar a un insta-juez. Y, aunque en los pleitos cliente-empresa solían ser sesgados casi siempre a favor de grandes compañías como Belcom , Google o Mirinda; siempre daban la razón al consumidor cuando el consumidor la tenía, si se pleiteaba contra una humilde firma familiar como Hutchinton e Hijo. Y lo peor no era devolver la diferencia de precio y pagar las costas insta-procesales (que serían aproximadamente unos 50.000 y 200 eurodólares, respectivamente). Lo peor era perder esos tres puntos de calidad por la condena de estafa, bajar de 90 y entrar a formar parte de la medianía de las tiendas de tecnología y componentes, como el perdedor de Morrison e Hijo – 89,4 puntos de calidad- , que tenía su local situado justo enfrente.

-¿Quién habla de insta-juicios? - dijo finalmente el joven, con renovado aplomo - . ¿Somos o no somos adultos, señor Bleddel? ¿somos o no hombres de palabra? ¿Piensa Vd. que el 92.2 de calidad que está ahí afuera se ha conseguido mediante sobornos? No señor, sino a base de esfuerzo, tesón, trabajo, y perfecta atención al cliente. Le ruego que se olvide de pleitos y de jueces; estoy seguro que usted escuchará mi explicación y sabremos llegar a un feliz acuerdo.
-Hable… - don Isaías hizo un gesto complacido y se apoyó en el bastón, dispuesto a escuchar.
-Usted… , ¿habrá llevado o tiene pensado llevar a su…ejem… su Ángela a un taller –pirata para hacerle el arreglo?

Don Isaías se puso colorado hasta las orejas.
-¡Qué me dice usted! ¡Sabe de sobra que eso es ilegal!
-Ilegales son muchas cosas… - dijo Sam Hutchinson, contemporizador - Shakespeare y los Beatles son ilegales, pero la gente sigue leyéndole y escuchándolos…
-Evidentemente, son cosas ilegales a día de hoy, reprobadas absurdamente por la Cámara Mundial, pero de ningún modo inmorales, ¡malditas minorías trirreligiosas y sus enjuagues con los partidos globales!

La rabia de don Isaías hizo que apenas se entendiera el final esa última frase, y diera finalmente una gran tos.

-Por eso le digo… ilegal, sí, pero , ¿inmoral, reprobable? Ciertamente no. Según las estadísticas, el 95% de los adquirentes de un cónyuge androide, si el comprador es hombre, y un 83%, si se trata de una mujer, llevan su compra a un taller ilegal para hacerlo sexualmente funcional; y eso a pesar de las multas a las que se arriesgan y de los peligros a que puede conllevar el que un taller no-homologado realice un trabajo tan delicado…
-Continúe…
-Bien. Déjeme decirle algo confidencialmente. Yo soy un vendedor autorizado de la marca Belcom. ¿Ve este galón? - dijo, señalando una medallita roja y brillante en la pechera de su camisa - Ciertamente no está fabricado en La Tierra. Hay que hacer un largo curso de preparación en Industrias Belcom, en Marte, para conocer bien sus productos y obtener la autorización para venderlos. Ahora bien, ¿piensa usted que yo no tengo también mi …mi… ejem… amante ilegalmente arreglada?
-¡Usted!
-Por favor, discreción, caballero; soy un hombre casado…– dijo en voz más baja aún – ¡Claro! tengo mi Carmen Brunette, de Belcom.
-¿¿Una Carmen Brunette?? ¡Joder, como el gobernador de Francia! – exclamó, sorprendido, el señor Bleddel, y silbó luego expresando más asombro
-Por eso le digo… Y teniendo una amante modificada me juego, además de mi matrimonio, la licencia de la compañía. Pero soy un hombre apasionado, un hombre enamorado, un hombre como usted al fin y al cabo...

El viejo Bleddel sonreía halagado, mostrando los colmillos de composite. Dijo luego, rascándose el cuero cabelludo sintético:

-¿Me está proponiendo darme a su Carmen Brunette a cambio de mi Ángela?
-No, no, por Yavealadiós; ¡de ninguna manera! Es el amor de mi vida.
-Ah… - hizo una pausa- ¡Pues quiero mis 50.000 eurodólares, o habrá insta-juicio, y vaya haciendo la operación aritmética de restar 2,98 puntos de calidad a los 92,2 de su tienda!
-Calma, calma, don Isaías, se verá recompensado… Lo que quería decirle era otra cosa… Los hombres apasionados, debido a leyes absurdas y contra-natura, tenemos que acudir a talleres ilegales a pagar una pasta para convertir los androides platónicos en sexuales, arriesgándonos por un lado a que un chapuzas estropee un juguete muy caro y al que estamos emocionalmente muy unidos, y por otro, a que en las modificaciones para hacer anatómicamente funcional a nuestra amada algo salga mal, y podamos terminar llevando un calambrazo en salva sea la parte...
-Sí, a un vecino mío…
-Pero, don Isaías, - dijo Hutchinson interrumpiéndole, y continuó en voz baja - ¿y si le dijera que en dos semanas comercializaremos el primer modelo Belcom anatómicamente funcional, y autorizado por la Cámara Mundial?
A Isaías Bleddel se le hubiera caído el cigarrillo de la boca de puro asombro si la moda de fumar no se hubiera extinguido hace decenas de años; pero tosió (también de asombro) el rapé que se había metido hace un rato en la nariz, y exclamó:
-Pero, ¿qué me dice usted?
-Lo que oye. Perfectamente legal. Belcom lo ha conseguido. Los trirreligiosos tuvieron que tragar. Legalidad pura. Sin arreglos ni hipocresía. Modelos sexualmente funcionales de fábrica. Pero, claro, por un precio.
-¡Oh!
-¿Entiende usted por qué estoy liquidando los cónyuges que la semana pasada valían 100.000 eurodólares por la mitad? Enseguida nadie querrá los modelos platónicos pudiendo adquirirlos mejorados. Por cierto, mi pobre padre no sabe nada del tema; la nota de Belcom nos llegó a principios de semana… y yo desconocía que le había vendido a usted una Ángela hacía tan solo unos días…
-¿Me está proponiendo usted regalarme una esposa Belcom legal para que no les insta-demande? – preguntó el viejo, rascándose la cabeza otra vez.
-No, no he dicho eso… Hágase cargo, señor Bleddel, de que los nuevos modelos son realmente caros…
-¿Ah, sí, eh? – Dijo don Isaías, sacando un objeto del bolsillo de su pantalón- Saque su multicom ahora mismo, que vamos a juicio. ¡A mí nadie me toma el pelo!

Ciertamente, parecía que nadie le podía tomar el pelo. Ni literalmente, porque todo el que tenía era un implante sintético de mediocre calidad; ni metafóricamente, porque ya estaba entrando en la web del Tribunal Universal y solicitando un insta-juez.

-¡Calma, calma! ¡Si ni siquiera ha escuchado mi propuesta…! Por favor, sea sincero, ¿ha arreglado ya a su Ángela?.
El señor Bleddel habló con la voz ronca por la vergüenza:
-No… no… yo… Es ilegal y… Además primero uno ha de enamorarse, enamorarse mucho, ¿entiende? Aun siendo ateo, soy muy tradicional en asuntos amorosos…
-¡Perfecto!
-¿Perfecto? ¿Por qué?
-Porque lo es. Y como me dijo, está ya enamorado de su Ángela…
-Ay, creo que ya la quiero con toda mi alma… Por cierto que su padre de usted me dijo que este modelo era más caro, pero que no flirteaba con los maridos androides de las vecinas, ¿es eso cierto? Porque mi anterior esposa androide…
-Totalmente, caballero. La 852i Tiene un software de protección que le impide comportarse de forma inmoral. Nosotros no engañamos a nadie, a ver si piensa que ese 92.2 de la entrada…
-¡Basta!, ¿qué iba a proponerme?
-Sí, quiero que sea usted el hombre más feliz de la ciudad, a un precio más que razonable.
-Hable...
-Lo que le propongo es lo siguiente: se queda usted con su amor platónico; y casi le regalaríamos una nueva Belcom legal. Digo que casi, porque además de dejársela a casi el precio de coste, le descontaríamos de ella los 50.000 €$ que usted ha pagado de más en su Ángela y…

*** ***

-¿Isaías? ¿Dónde está mi gruñón cascarrabias?

La voz de Ángela, aunque sensiblemente sintética, era más agradable que el canto del ruiseñor.

-(Suspiro) Aquí estoy , mi dulce, dulce Ángela. – el anciano cerró la puerta y se acercó hacia ella.

Se dieron un beso. Un piquito.

-Vuelves a llegar muy tarde de tu trabajo. ¿Seguro que todo va bien en la empresa?
-Todo va bien… Mucho trabajo, eso es todo.
-Estás desmejorado… como débil. Te prepararé una buena cena, ¿te parece?
-Sí, sí, gracias.

Al rato, Ángela se puso a tararear mientras cocinaba.
-Ángela…
-¿Sí?
-Te quiero. Te quiero mucho – dijo Isaías con acento triste.

Ángela dejó lo que estaba haciendo y acudió donde estaba su amado. Lo abrazó, envolviéndole la cabeza con sus cabellos rubios.
-Yo también te quiero – dijo, con su alegre voz y una radiante e inocente sonrisa en el rostro. Y volvió a la cocina, a continuar con su tarea.

Isaías suspiró otra vez.

También quería a la otra. Hutchinson se la había jugado. El hombre más feliz de la ciudad . ¡Y un cuerno!: estaba endeudado hasta las cejas, doblemente enamorado, y se sentía permanentemente culpable.