lunes, mayo 31, 2010

De la noche al día - Javier Bergia

Hola. He subido la sintonía de De La Noche Al Día, programa de radio de RNE que ya no existe y que me acompañaba hace años, cuando curraba por las noches. El tema es de Javier Bergia y lo publico simplemente porque no lo encuentro en la web. (O sea, para ti, que lo estabas buscando).


sábado, mayo 29, 2010

sueño de las pastillas.

Soñé que alguien cogía a escondidas algunos de mis lorazepams (las "pastis" para dormir). No sabía quién era el ladrón, su cara estaba borrosa. Ahora pienso: ¿Y si era yo mismo?... Sí, ¿por qué no? : yo, tomando pastillas para poder dormir, para descansar de esta realidad fea; y mi OTRO YO, el del sueño,tomando píldoras para dormirse él (y despertarme a mí) porque su realidad sin reglas tampoco le gusta. Y los dos fastidiándonos el uno al otro sin pretenderlo, sin otra intención que la de liberarnos. Gautieriano, maupassantiano.

domingo, mayo 23, 2010

el prólogo del Gil Blas.


copio uno de los prólogos más bonitos, el del Gil Blas de Santillana de Alain-René Lesage. Gil Blas es, además, algo paisano, pues es uno de esos habitantes literarios de Oviedo (tiene calle y todo), como los personajes de La Regenta o Tigre Juan.
***

Caminaban juntos y a pie dos estudiantes desde Peñafiel a Salamanca. Sintiéndose cansados y teniendo sed se sentaron junto a una fuente que estaba en el camino. Después de haber descansado y mitigado la sed, observaron por casualidad una piedra que se parecía a una lápida sepulcral. Sobre ella había unas letras medio borradas por el tiempo y por las pisadas del ganado que venía a beber a la fuente. Picóles la curiosidad, y lavando la piedra con agua, pudieron leer estas palabras:

Aquí está enterrada el alma del licenciado Pedro García.

El menor de los estudiantes, que era un poco atolondrado, leyó la inscripción y exclamó riéndose:

- ¡Gracioso disparate! Aquí está enterrada el alma. ¿Pues una alma puede enterrarse? ¡Qué ridículo epitafio!

Diciendo esto se levantó para irse. Su compañero que era más juicioso y reflexivo, dijo para sí:

- Aquí hay misterio, y no me apartaré de este sitio hasta haberlo averiguado.

Dejó partir al otro, y sin perder el tiempo, sacó un cuchillo, y comenzó a socavar la tierra alrededor de la lápida, hasta que logró levantarla. Encontró debajo de ella una bolsa. La abrió, y halló en ella cien ducados con un papel sobre el cual había estas palabras en latín:

"Te declaro por heredero mío a tí, cualquiera que seas, que has tenido ingenio para entender el verdadero sentido de la inscripción. Pero te encargo que uses de este dinero mejor de lo que yo he usado de él."

Alegre el estudiante con este descubrimiento, volvió a poner la lápida como antes estaba, y prosiguió su camino a Salamanca, llevándose el alma del licenciado.

Tú, amigo lector, seas quien fueres, necesariamente te has de parecer a uno de estos dos estudiantes. Si lees mis aventuras sin hacer reflexión a las instrucciones morales que encierran, ningún fruto sacarás de esta lectura; pero si las leyeres con atención, encontrarás en ellas, según el precepto de Horacio, lo útil mezclado con lo agradable.

sábado, mayo 08, 2010

el esperma Altés

Todo comenzó cuando me encargaron investigar aquel extraño crimen…

Aquel tipo era un pobre diablo, un solitario don nadie con un monótono trabajo y a quien nadie había de echar de menos. Más al Sur de la Ciudad apareció otra víctima en similares circunstancias.


En el club descubrí a esa pandilla de fanáticos religiosos de la que tanto se hablaba recientemente. En las Ciudades Gemelas se había propagado el disparatado rumor de que había algo mejor muy lejos, más allá de la geografía conocida. Me entrevisté con el dueño del tugurio.


Las religiones dan a los individuos una esperanza falsa que llena el vacío del vivir. Pronto supe cómo habían muerto Penzias y Peabody… Aquel cuento de la infancia que decía que había un lugar maravilloso (el paradisíaco “óvulo” del que hablaban los antiguos) mucho más allá de las Ciudades Gemelas, prendió entre la gente hasta límites insospechados.
Decenas de miles de ciudadanos partían a la carrera cada noche en busca del lugar maravilloso. Y vi allí no sólo a la gente de a pie; individuos del gobierno, policías, caras famosas…: todos creían de repente en cuentos de hadas…
Una noche, una oleada de gente tomó la calle por donde yo pasaba… Fui arrastrado por la estampida. Corrí con ellos. Recuerdo haber pisoteado a alguien, como pisoteados murieron los infelices de Penzias y de Peabody. Y es que yo , de repente y sin poder explicar cómo, también me convertí en seguidor de esa funesta locura colectiva: también vi que era cierto que había ese lugar maravilloso, ese “óvulo” al que los antiguos cantaron poemas. ¡Y corrí, corrí como nadie para conquistarlo…!



Fuimos tan lejos, que no sabría describirles dónde... Dimos con un lugar inhóspito donde nuestra vida no era posible. y un frío terrible nos destrozaba. Nos moríamos sin remedio.