lunes, julio 31, 2006

una solución al problema de las placas y nombres franquistas

Pues me estaba dando un baño hace una media hora ( con lo que demuestro que NO es verdad que, como se dice por ahí, sea un guarro el menda, que uno pasa por la bañera por lo menos una vez cada dos meses....) ; y como el baño, ya desde Arquímedes, es un lugar bastante adecuado para aclarar la mente y focalizarla hacia la solución de problemas, por complicados que sean, pues me dio por plantearme ese que sale ahora tanto por los medios, el de las placas, monumentos, nombres de calles antidemocráticos y fascistas, inadmisibles nuestra sociedad democrática. Y lo resolví con la rapidez e inteligencia del tertuliano común.

Estaba yo, pues, haciendo en la bañera una tontería que había aprendido en el Show de Ren y Stimpy, que consiste en colocar el puño sobre la superficie del agua, perpendicular a la misma, de forma que queden un par de dedos bajo ella. Aprietas el puño, y un chorrito de agua sale disparado, jeje.

Entonces empecé a pensar en cómo resolver el problema del título de la entrada, y di con una solución que ni las brillantes mentes del gobierno en su Ley por la Recuperación de la Memoria Histórica pensaron siquiera por un momento. Una que contentase a las dos españas machadianas sin ofender (demasiado) a ninguna. Fue esta:

-Los nombres franquistas seguirían en las calles, las aciagas estatuas de la terrible dictadura seguirían en sus pedestales, etc. sólo que añadiríamos epítetos que hiciesen justicia a la verdad y a la democracia. Pondré unos ejemplos.

Tomaré Oviedo como ciudad llena de nombres franquistas (por cercanía, y porque ciertamente es una de las ciudades españoles donde más calles y más símbolos honrando al antiguo régimen encontraréis). Así por ejemplo, la famosa Calle General Yagüe, quedaría convertida con mi idea en "Calle del Traidor y Cobarde General Yagüe"; la plaza del Generalísimo, pasaría a ser "Plaza del Asesino, Dictador y Genocida A Quien Durante Cuarenta Años Hubo que Llamar Generalísimo." En la estatua al "defensor" de Oviedo coronel Teijeiro (sita en la calle División Azul) puede aclararse, para información de las generaciones futuras, en una nueva placa, lo que suponía esa"defensa", esa gesta, ese acto heroico, que no era más que una traición al régimen constitucional, al estado de derecho de entonces (con sus vicios si se quiere, pero que era el legítimo)... más que "defensor" parecería entonces un "agresor", ¿no?.

Esa sería nuestra solución. Los nombres seguirían en su sitio pero justamente equilibrados, con epítetos que les hagan justicia. Que dejen de ser héroes y se les considere con ecuanimidad lo que fueron: traidores y asesinos. No niego yo aquí que hubiera traidores y asesinos en el otro bando , y que acaso muchos -muchísimos- del otro bando confiasen en 1936 tan poco en aquella Segunda República (que hoy muchos idealizamos tanto) como los mismos franquistas, y quisieran cargársela y hacer su revolución. Pero los nombres de la infamia en las calles de nuestras ciudades son sólo de un bando. Y faltan a la verdad al honrar a asesinos y fascistas. (Anda que no hay hombres de ciencia, escritores, pensadores, etc. que hicieron que el mundo que vivimos fuese bastante mejor y que, sin matar a nadie, tuvieron muchísimos más méritos con su vida y su obra que unos militares sedientos de sangre; anda que no hay nombres de calles alternativos a "Generalísimo"...).

Hala, esa fue la gilichorrada de hoy. hasta la próxima.


NOTAS: imagen, Muerte de un Miliciano, famosísima foto de Robert Capa. En ella se ve al miliciano Federico Borrell García cayendo muerto en el Cerro Muriano (córdoba), el 5 de setiembre de 1936. Tenía 24 años. Esa foto se ha convertido en un símbolo de todas las guerras de la historia.

fotos de elementos franquistas en las calles de Oviedo

miércoles, julio 26, 2006

Un Sueñecico...

`But I don't want to go among mad people,' Alice remarked.

`Oh, you can't help that,' said the Cat: `we're all mad here. I'm mad. You're mad.'

`How do you know I'm mad?' said Alice.

`You must be,' said the Cat, `or you wouldn't have come here.'

CHARLES LUTWIDGE DOGDSON (LEWIS CARROL): Alice in Wonderland (1865)


Imagina que caminas por una tierra árida, el suelo una arcillosa tierra de color ocre; caminas con el propósito de llegar a algún sitio, no recuerdas adónde.

De vez en cuando pasas al lado de alguna casa vieja y deshabitada, ruinosa. Con curiosidad caminas cerca de ellas y te fijas en pequeños detalles: carcomidas contraventanas cerradas, un arcaico carro abandonado, cristales rotos, tejados derrumbados por el paso del tiempo y el descuido.

Ves otra casa más y te acercas caminando. Te soprende porque ésta no está en ruinas ni mucho menos. Se trata de un bello y moderno chalé. Te acercas y miras en su interior a través de unos hermosos ventanales que hay en el piso de abajo: no hay nada viejo dentro, todo es nuevo, moderno, bien decorado, aunque no lujoso. También te das cuenta de que hay gente dentro. Gente vestida de blanco.

Y mientras, distraído, cotilleas un poco lo que se ve a través de los cristales de esa sobria mansión, sin darte cuenta, no sabes cómo( quizá porque eres un poco despistado), te has metido dentro de la casa. (Hala, toma allanamiento de morada).

Como has entrado en una casa que no es la tuya, haces lo más lógico: intentas enmendar el yerro buscando la puerta de salida para largarte de allí pitando, antes de que los amos te digan algo.

Encuentras la puerta.

Oh, pero te pones bastante nervioso cuando al cruzar el umbral de esa puerta, te engañas, y en realidad no sales sino que vas a dar a otra habitación del interior de la casa. Te asustas y, desorientado, buscas de nuevo la salida...

Al caminar rápido mientras la buscas, tropiezas con un par de esas personas vestidas de blanco que habías visto antes. Una mujer joven, morena, de pelo liso, lleva una bata blanca sobre camisa azul. De su cuello cuelga un fonendoscopio: es una médico.

Encuentras de nuevo la salida, pero al franquearla te vuelve a suceder lo mismo: apareces en otra habitación de la casa, y la salida está lejos... Te asustas mucho: ¡quieres salir!, pero sigues encerrado en la casa.

Te pones nerviosísimo (¡quieres salir!) , así que coges una especie de atizador o algo así, y, mientras buscas la salida y vas de una habitación a otra, empiezas a romper cosas: un jarrón, un espejo, golpeas en la pared...

Pero los habitantes de la casa también se asustan mucho, quizá tanto como tú, porque te estás comportando violentamente. Tienen miedo. "Dice que quiere salir", oyes decir a uno de ellos.

Entonces te das cuenta (y por eso te asustas aun más, y gritas, y al fin logras despertar), que estás loco, que aquella gente son médicos y enfermeros, que la de aquella "mansión" -y no otra- es la triste realidad, que te has puesto muy violento porque no comprendes la situación, y porque no puedes conseguir lo único que pretendes: salir de allí y volver a tu casa.
NOTA: imagen (pinchar para ampliar), El Cortador de Piedra (Der Steinschneider), de Jan Sanders van Hemessen (1500-1575), Museo del Prado, Madrid. La "extracción de la piedra de la locura" era una operación que se realizaba en la Edad Media europea para sanar a los locos. La piedra de la locura era, para los "médicos" de entonces, la causa de la demencia.... Hmm, ahora que me fijo, antes de despedirme, el pobre loco del cuadro, el paciente que tanto sufre, ¿No o se da un aire al Harvey Keitel?

Cuidaos mucho :)

domingo, julio 23, 2006

Un ángel pasó por Chamartín.


Aun tenemos los ojos como platos de sopa fría (que dirían Cansado y Faemino), gratamente sorprendidos, después de haber visto la maravillosa película Un Ángel Pasó por Brooklyn dirigida en 1957 por Ladislao Vajda.

Vajda (húngaro de nacimiento, español de adopción) es un verdadero talento dentro del cine europeo de los cincuenta: un año antes a la cinta de la que hablamos, había realizado la recomendable Mi Tío Jacinto; un año después dirigiría El Cebo ("Es Geschah Am Hellichten Tag", es el título en alemán, "sucedió a plena luz del día"), magistral película que nada tiene que envidiar al mejor hitchcock y que no puede perderse cualquier aficionado medio al cine.

Había rodado, en 1955, la adaptación del relato religioso del escritor de literatura infantil Sánchez Silva (guión adaptado por el mismo escritor), Marcelino Pan y Vino (por cierto, grrr, cómo odio al principio de la cinta, cuando uno de los personajes dice "ahora que en España por fin gobiernan los españoles..."; el cuento estaba ambientado en la España posnapoleónica, pero la intencionalidad política de la frase, el guiño franquista y el insulto a los que "no eran españoles", es más que evidente, grrrr). Marcelino Pan y Vino supuso un éxito varios países europeos, y también el lanzamiento de una estrella de siete años: el niño Pablito Calvo.

Otras dos películas más rodó Pablito Calvo a las órdenes de Vajda (por cierto que siempre lo escucharéis doblado, en ninguna de las películas podemos apreciar la voz del jovencísimo actor, en todas es claramente una mujer quien le presta la voz), una fue Mi Tío Jacinto, un interesante drama que recuerda mucho al Ladrón de Bicicletas de De Sica, que fue premiada en Berlín aquel año - Vajda se llevó el premio del público - y en la que podréis ver al gran Gila haciendo de malo; el otro filme fue Un Ángel Pasó por Brooklyn.

Peter Ustinov era ya una estrella de Hollywood (Qvo Vadis, Sinuhé el Egipcio, Nunca Fuimos Ángeles...), y no tuvo reparos en encabezar el reparto de esta coproducción hispano-italiana maravillosamente ambientada en el Brooklyn italoamericano de la época (atención a esos increíbles decorados de los madrileños estudios Chamartín: parece durante toda la película que estamos en el barrio neoyorquino; la ambientación es simplemente genial). La película, de la que no queremos desvelar nada de la trama para que os sorprenda como nos sorprendió a nosotros, es una comedia fantástica, un relato muy dickensiano, una película muy al estilo de Frank Capra y su Qué Bello es Vivir.

Es una de esas películas que se hacían entonces con la clara intención (decía aquel simpático vejete, Juan Miguel Lamet, tertuliano en Qué Grande es el Cine) de hacer que la gente fuese, después de ver la cinta, un poco mejor persona. De llegar al corazón y decirles: el mundo puede ser un poco mejor gracias a ti, no todo está podrido, etcétera.

Y aunque el cine y la literatura tengan unas reglas propias que hacen sus historias válidas sin tener que confrontarse con la realidad externa (NOTA: en ese segmento sueño-realidad, identificamos tres puntos: uno, la fantasía, el sueño - o la locura si se está despierto -, en el que todo puede ser ajeno a la realidad y esas reglas internas de validez no importan; otro, el cine y la literatura, en el centro del segmento, en el que todo también puede ser ajeno a la relidad, pero esas reglas internas han de cumplirse, ha de haber sentido, coherencia; y el último, la realidad consciente, en la que no cabe el delirio, y las fatales - y muchas veces impredecibles - reglas de juego las impone la realidad.), qué dulce es ver películas como ésta e imaginar que puede afectar un poco a la triste realidad y, como decía Lamet, hacernos a todos un poco mejores.

nota: ficha de Un Ángel Pasó por Brooklyn en IMDB.

viernes, julio 21, 2006

Los angelitos de Trashorras, Zougham y Cía.

Ese parece el mensaje que se traslada desde hace muchos meses, día sí y día también, desde el ese entrañable partido político que es el pepé. Que los inculpados por el mayor asesinato en masa de la historia española reciente, el más sangriento atentado con bomba llevado a cabo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, son en realidad unos angelitos injustamente encarcelados y que merecen la libertad. Como si detrás de su encarcelamiento no estuviese el trabajoso esfuerzo de una titánica investigación (policial primero, judicial después) fundada en la razón, en las pruebas y en los hechos. Como si no los hubiese enchironado la maquinaria de un Estado cuya constitución garantiza, con holgura, los derechos civiles.

Para el partido de la gaviota (ya sabéis, esas aves marinas palmípedas cuyo plumaje es de una blancura celestial pero que, como voraces carroñeros que son, se encuentran a menudo en los basureros) todo eso no significa nada: un chascarrillo de Zaplana o un gruñido de Acebes valen más que cualquier sólido argumento cimentado en la razón y los hechos. Con ventaja.

Así, al oprobio que supuso haber soportado sus mentiras durante aquellos aciagos días de marzo de 2004 (os lo dice uno que confió en el que entonces era el gobierno español y por lo tanto hacía oídos sordos a lo dicho a la sazón por otros medios (como la Cadena Ser) por parecerle que un gobierno no podía engañar al pueblo en momentos tan trágicos como aquel, y así estuve, hasta que la bola se me hizo tan grande que no la pude tragar), se suma el nuevo insulto, el nuevo escupitajo al sentido común, a la verdad, a la democracia, que cada día lanzan los que siguen dándole vueltas a la Teoría de la Gran Conspiración: ese paranoico disparate más propio de los íker-jiménez-del-oso que de un partido político con nosecuántos millones de votantes.

Ayer, en el Congreso, volvieron los del PP a soltar un nuevo escupitajo a la democracia, volvieron a cuestionar la instrucción judicial y a defender su imposible y archiconocida teoría alternativa a los hechos del 11/03/04, la famosa conspiración judeo-masónico- -etarra-socialista-franco- -policial-guardiacivilista- -unioneuropeo- marroquí- -chiribiribí-popopopó- -vamosalaplayacalientaelsol. Volvieron a soltarse frasecitas de cariño los políticos de los distintos grupos en el hemiciclo (de esas que se sueltan allí, al parecer con mucha hostilidad, pero luego se van a comer o a tomar el cafelito, tan contentos). Volvió el Zaplana a mostrar ese ingenio que Dios le ha dao (jo, menudo artistazo que se pierde el canal Paramount Comedy mientras se dedique a la política este personajillo).

Y con lo de ayer, los que vivimos aquellos tristes días de marzo, a los que, a las lágrimas, el miedo, tristeza y rabia por el masivo asesinato, se sumaron poco después el pasmo y el coraje al darnos cuenta de que estábamos siendo vilmente manipulados por un gobierno fementido e infame, probablemente nos sintamos una vez más insultados, probablemente salte en nuestra conciencia ese pilotito rojo que nos dice que algo injusto se comete una vez más. Sí, probablemente, pero ya son tantas, que hasta nos va pareciendo lo más normal del mundo oír cada día disparates tales...

Yo reprocho al PSOE eso que con tanto ímpetu repitieron tras haber ganado las elecciones, lo de "las responsabilidades políticas ya quedaron atrás con el cambio en las elecciones, ya no son exigibles"... esa especie de: "como ahora gobierno yo, qué carajo, da igual lo que hicieran los otros, así de magnánimo soy.....". Reprocho al PSOE haber defendido al pepé de aquella forma tan injustificada ( haber, por tanto, de algún modo y a posteriori, transigido con la gigantesca mentira popular). Pero, bueno, es una faceta nueva del PSOE, parece una ONG, defensoresdedelincuentes (si son políticos y se autocalifican de demócratas no pueden ser delincuentes, argumentan desde el Psoe) sinfronteras.

Así que, aunque rabie cada vez que oiga esas chorradas de la ultraderecha española, esas de queremos saber la verdad del 11-m, las que insinúan que ETA y el PSOE iban de la mano, las de la conspiración de marras, las que persiguen la nulidad del proceso judicial, o la que se deduce de las anteriores si se toman en cuenta: que los mayores asesinos desde nuestra Guerra Civil, los Zougham, Trashorras, y demás angelitos, puedan salir un día a la calle gracias a la "generosidad" y a las mentiras del partido político más casposo y cutre de este país. Aunque rabie, digo, cada vez que oigo algo de eso, pienso en lo que hizo el PSOE la misma noche de las elecciones defendiendo de posibles responsabilidades a tanto delincuente pepero y me digo: "políticos españoles, con vuestro pan os lo comáis."

miércoles, julio 19, 2006

El "Huracán" de Dylan.




Conocíamos la canción desde hace años; el bueno de Ángel nos había contagiado hace ya mucho el gusto por ese largo tema (ocho minutos y medio) de aire solemne, con ese inolvidable violín que hilvana los contundentes versos del viejo Zimmerman: una fidedigna crónica de sucesos convertida en canción y que es también una apología: narra la historia de Rubin "Huracán" Carter, un boxeador negro que se pasó nueve años en prisión acusado de un triple asesinato que no había cometido.

Bob Dylan era desde los sesenta un afamado activista en favor de los derechos civiles de la minoría negra norteamericana. Por eso Carter le envió, desde prisión, su libro El Decimosexto Asalto. Dylan lo leyó y se quedó vivamente impresionado ante la injusticia que se había cometido con el ex-boxeador. Visitó a Huracán en prisión antes de componer la canción. La verdad es que al parecer fue la canción de Bob la que agitó a una porción de la opinión pública y ayudó en gran medida a que Carter recuperase la libertad perdida. Incluso llegó a hacer un concierto benéfico por la causa Rubin Carter en el neoyorquino Madison Square Garden.

Hace poco vimos la recomendable película de Norman Jewison, con Denzel Washington en el papel de Carter. Nos hizo sentir de nuevo la fuerza de la canción del autor de Blowin` in the wind. Quizá por eso hemos decidido colgar en este ñoño blog una traducción al español de ese extenso tema. Aunque pésima, quizá os sea más útil que las famosas traducciones automáticas de google (ya sabéis, esas de "Ayer, todos mis apuros se parecían tan lejanos; ahora mira como si están aquí permanecer; Oh, creo dentro ayer" (Yesterday, Beatles.)).

Bueno, ahí va:

Disparos resuenan en el bar nocturno,
Patty Valentine llega de la sala de arriba,

Ve al barman tendido en un charco de sangre,
Grita: “¡Dios mío, los han matado a todos!”
Esta es la historia de Huracán
El hombre a quien las autoridades culparon
Por algo que no hizo.
Lo metieron en una celda, pero una vez pudo haber sido el campeón del mundo.

Patty ve tres cadáveres en el suelo,
Y a otro hombre llamado Bello, moviéndose sospechosamente.
-Yo no lo hice - dice éste mientras alza las manos –
Sólo estaba robando la caja registradora, supongo que lo entenderá…
Les vi marcharse – dice, y se para –. Mejor uno de nosotros llama a la policía…
Patti llama a los polis, quienes llegan a la escena, sus luces rojas centelleando
En la calurosa noche de Nueva Jersey.

Mientras tanto, lejos, en otra parte de la ciudad,
Rubin Carter y un par de amigos dan un paseo en coche.
El aspirante número uno para el título mundial de peso medio
No tenía ni puta idea de lo que estaba a punto de caérsele encima
Cuando un policía le indicó que se detuviese a un lado de la carretera,
Como había ocurrido tantas veces.
En Patterson, es así como funcionan las cosas:
Si eres negro, mejor no te dejes ver por la calle
A menos que quieras atraer las iras.

Alfred Bello tenía un compañero, también tenía culpables para la policía.
Él y Arthur Dexter Bradley estaban afuera merodeando.
Dijo: “Vi a dos hombres huyendo; parecían de constitución media;
Se metieron en un coche blanco con matrícula de otro Estado.”
La señorita Patty Valentine asintió con la cabeza.
Un policía dijo: “¡Eh, muchachos, esperad! ¡Este no está muerto!”
Así que le llevaron a la enfermería.
Y aunque aquel hombre apenas podía ver
Le dijeron que podía identificar al culpable.

Las cuatro de la madrugada, cogen a Rubin,
Lo llevan al hospital, escaleras arriba,
El herido le mira con sus ojos moribundos
Y dice: “¿Para qué lo traéis aquí? ¡Ese no es el tipo!”
Sí, Esta es la historia de Huracán
El hombre a quien las autoridades culparon
Por algo que no hizo.
Lo metieron en una celda, pero una vez pudo haber sido el campeón del mundo.

Cuatro meses después, los guetos están en llamas;
Rubin está en Sudamérica luchando por su fama
Mientras, Arthur Dexter Bradley aun sigue cometiendo robos,
Y los policías le aprietan las tuercas,
buscando alguien a quien echar la culpa:
“¿Recuerdas aquel crimen que ocurrió en un bar?
¿Te acuerdas que dijiste que viste el coche huyendo?
¿Te gustaría colaborar con la ley?,
Piénsalo, debe de ser a ese boxeador
al que viste huyendo aquella noche.
No olvides que tú eres blanco”.

Arthur Dexter Bradley respondió: “No estoy seguro”.
Los polis dijeron: “un pobre hombre como tú puede tomarse un respiro,
Te tenemos cogido por lo del motel y estamos hablando con tu amigo Bello,
Así que si no quieres volver a la cárcel, sé un buen compadre.
Le harás un favor a la sociedad,
Ese hijo de puta es un gallito cada vez más orgulloso,
Queremos poner su culo en chirona,
Queremos colgarle este triple asesinato:
Él no es Gentleman Jim.

Rubin podía derribar a un hombre de un solo puñetazo
Pero nunca le gustó demasiado hablar de ello.
“Es mi trabajo”, solía decir, “lo hago por dinero,
Y cuando está acabado, me voy donde me apetece:
A algún lugar paradisíaco donde la trucha nada en el arroyo y el aire es agradable
Donde pasear a caballo por algún sendero.”
Pero entonces le encerraron en prisión,
donde intentaron convertir a un hombre en un ratón.

Todas las cartas de Rubin estaban marcadas desde el comienzo:
El juicio fue una burla, no tuvo ninguna oportunidad.
El juez hizo que los testigos de Rubin pareciesen borrachos de los suburbios.
Para los blancos que observaban, era un vagabundo alborotador;
Para los camaradas no era más que un negro loco;
Nadie dudaba de que apretó el gatillo.
Y aunque no pudieron aportar la pistola como prueba,
El fiscal del distrito afirmó que fue el único autor de los hechos
Y todo el jurado blanco estuvo de acuerdo.

Rubin Carter fue juzgado engañosamente.
El crimen fue asesinato en primer grado, ¿adivinan quienes testificaron?
Bello y Bradley, y ambos mintieron más que hablaron.
Y los periódicos, todos continuaron el engaño.
¿Cómo puede la vida de un hombre
Estar en manos de unos cuantos locos?
Al comprobar que fue claramente incriminado en falso
No puedo sentir sino vergüenza
de vivir en un país donde la justicia es un juego.

Ahora los criminales con sus trajes y corbatas
Son libres de beber martinis y contemplar amaneceres,
Mientras, Rubin se sienta como Buda en una celda de tres metros:
Un hombre inocente en un infierno en vida.
Esta es la historia de Huracán,
Pero no terminará hasta que limpien su nombre
Y le restituyan el tiempo que ha cumplido
Encerrado en una celda, pero una vez pudo haber sido el campeón del mundo.

nota: imagen, el álbum Desire de Dylan, 1976. En él aparece el tema Hurricane, aunque había sido lanzado como single el año anterior. (nota2: el tema que estáis escuchando lo he tomado de www.radioblogclub.com)

lunes, julio 10, 2006

"civiles, por el morro."

11:30 de la mañana, un día de la semana pasada. En los quince minutos de descanso de mi trabajo voy, como cada día, a por un pincho al baruco de al lado. Me pongo en la barra a esperar que me atiendan. Me doy cuenta de que, a mi lado, hay sentado un guardia civil de paisano bien conocido en el pueblo. Me atiende al atento dueño del bar. Pago mis ochenta y cinco céntimos y le oigo decir justo a continuación: "y tú estás invitado, ¿eh?". Se dirigía al tipo que estaba a mi lado. Al guripa. Aunque ni las gracias dió por el convite. para qué.

-¡Anda! - pensé luego mientras salía del bar dándole lascivos mordiscos al inmejorablemente aderezado bocadillín de pollo (con su jugosa rodajita de tomate, su fresca hojita de lechuga, su mayonesa) - llevo aproximadamente dos años yendo a ese bar casi cada día, seis días a la semana, y jamás han tenido conmigo una atención así, ni parecida. Y al tipo ese (seguramente en agradecimiento a su brillante labor en defensa del bien y del orden) le dan la consumición gratis...

- Y si yo, tipo insociable que rara vez entra en bares, me he encontrado con eso- recapacito luego- lo más seguro es que no ocurra sólo en ese establecimiento. Será una práctica habitual en muchos. Algo así como un pequeño tributo.

Entiéndaseme. No quise escribir tributo. El tributo tiene una componente de obligación en su definición. Quise decir una minucia dada de buen corazón. Una fruslería que en realidad no va a ningún lado y que te asegura que, si alguna vez tienes algún problemilla en tu local, con un poco de suerte quizá tengas a la autoridad predispuesta de antemano a que se solucione en tu favor el altercado o lo que sea. Es como un borroso contrato de seguro con primas muy bajas aunque sin demasiadas garantías.

Vista así, es comprensible la posición del dueño del bar. Si por unos cuantos cafés (o unos cacharrillos aunque sea, o lo que quiera que beban, si es que beben, los insignes hombres y mujeres encargados de velar por nuestras libertades y derechos), te libras de algún incierto problemilla futuro, bien empleados están esos euros al cabo del año, ¿no?.

La que no me parece tan comprensible es la actitud del miembro de un cuerpo policial que tan a menudo esas dádivas acepta. Porque, aceptar tantas atenciones de obsequiosos bármanes, ¿no es lo mismo que lucrarse inmoralmente de la que es su venerable autoridad? ¿Hay gran diferencia cualitativamente entre eso y el viejo negocio made-in-sicilia de las "cuotas de protección"? ¿Quién nos garantiza que el que acepta algo que sabe que NO le corresponde, aunque no sea más que un carajillo y un pincho, no acepte, con la misma impasividad moral y relajación de su conciencia, otros emolumentos mayores y aun más criticables?

Uno, que es algo idelista (léase gilipollas), pensaba que esas prácticas se habían terminado a los pocos años de acabar el régimen de aquel vejete genocida tan simpático aún para muchos. Pero compruebo que no. Que ese pequeño tributo continúa. ¿No me creéis? La próxima vez que entréis en un bar, buscad entre las plaquitas con frases graciosas que suelen estar por encima de los estantes de las botellas de licor. Esas que dicen cosas como: "En este local se permite fumar y se recomienda beber", o "¿ fiado? pídeselo a tu madre"; entre esas y otras parecidas y los escuditos del madrí o la foto de la alineación del esportin a finales de los ochenta, encontraréis una que dice "civiles, por el morro" o algo así. En casi todos los bares está. Sólo hay que fijarse.

miércoles, julio 05, 2006

sueño imposible

"¡Amar! Había nacido para soñar el amor, no para sentirlo. " Gustavo Adolfo Bécquer, El Rayo de Luna.

Al débil son de lúgubres suspiros,
al eco infausto de lamentos fúnebres,
al par que brotan mis tristes quejidos,
ideal que persigo, ¡escúchame!.

Escucha a aquel que, siempre lamentando,
su juventud y su vida va acabando;
escucha al que, abominando del mundo,
nada bueno de su siglo esperando,
en ti ni un punto en firme fe dudando,
te envía su anhelo más profundo;

anhelo de amor, belleza y poesía,
anhelo de bondad y de dulzura;
casto deseo nacido, cual luz pura,
del feo crisol de su melancolía.

¡Oh, informe sueño, poética quimera,
que un punto menos triste la existencia
haces con tu fantástica presencia;
en mí te irás el día en que me muera!



nota: imagen, Ausencia, del pintor cacereño Germán Díaz. tomada (por el morro) de esta página.

melancolía.


Tengo una herida que sangra
y nadie puede curarme;
es una herida del alma,
¡acabaré desangrándome!